El liberalismo y la realidad objetiva.
Cuando Adam Smith ensayó sobre por qué las naciones de Occidente se habían vuelto ricas y habían prosperado económicamente, llegó a una conclusión certera, y su razón radica en que el liberalismo y su sistema de mercado no son una teoría, no son un modelo que aún no se ha puesto en práctica. Adam Smith no postuló un supuesto, él simplemente observó como los países se habían vuelto más ricos y luego sacó conclusiones. Las teorías se basan en una presunción previa, y predican a su vez, los resultados de la misma. Es por eso que son teóricamente perfectas, porque, como modelo utópico, no tienen error alguno. Luego cuando se ponen en la práctica no funcionan, y como prueba de ello tenemos en la historia a la URSS y actualmente a Cuba y a Corea del Norte que no sufren el fenómeno de superpoblación, por lo que moralmente quedan más al descubierto que China que poco a poco está destapando su economía.
El capitalismo, por su parte, es una conclusión basada en la observación del funcionamiento de la realidad objetiva, no es una hipótesis, es la realidad misma del funcionamiento de la economía en cuanto a su capacidad de prosperar en la sociedad. La realidad no es perfecta, las teorías, al tratarse de conjeturas previas a una conclusión, sí lo son. Por eso se dice que una sociedad en la que el Estado está limitado hay desigualdades y pobreza, que son puramente subjetivas y dependientes a cada individuo. El liberalismo se basa, como punto de apertura en su práctica, en la igualdad de oportunidades que es la única igualdad que se puede anteponer en un contexto de libertad real. Al encontrarse en una situación de igualdad de oportunidades, cada individuo puede llegar hasta donde sus capacidades físicas e intelectuales se lo permitan o simplemente hasta donde desee llegar, siendo posible, pues, que cualquiera sin exclusión alguna pueda ejercer el oficio que desee y pueda enriquecerse lo mayormente posible si en ello se empeña. Al buscar el beneficio individual, respetando las reglas del mecanismo de mercado, se contribuye al beneficio de los demás miembros de la sociedad.
El mecanismo de mercado es lo que Adam Smith llamó la mano invisible. Su función radica en el movimiento de la economía, que a su vez depende de los individuos que intervienen en ella. Es, por tanto, el mercado y no el Estado, el que decide qué cantidad de productos puede ofrecer una empresa en función de la demanda y de la oferta. Si por ejemplo disminuye la demanda de un determinado producto y aumenta la demanda de un segundo producto, el precio del primero bajará hasta que se equilibre con la curva de mercado mientras que, como en la economía se administran los recursos escasos, el precio del segundo aumentará de manera que ambos, oferente y demandantes, queden satisfechos con la transacción realizada.
Para que la mano invisible funcione son necesarias empresas en manos de capital privado, por lo que, en el momento de demostrar el funcionamiento del liberalismo, Smith llegó a la conclusión básica de la doctrina liberal, que no es sino la existencia de la propiedad privada individual, no porque así lo quisiera, aunque en efecto es lo más justo. Pero fuera de lo moral y lo ético simplemente llegó a esa conclusión porque observó que de ese modo las naciones se habían vuelto mucho más ricas.
El liberalismo es una observación de la realidad objetiva, y la realidad no es siempre justa, pero como se ha demostrado, el liberalismo es el único sistema coherente de organización de las riquezas. Y no existe por ahora, ningún otro sistema que respete tanto a la persona, que funcione y que contribuya a la evolución intelectual y a la supervivencia inminente de nuestra especie en la actualidad y en el futuro.
El capitalismo, por su parte, es una conclusión basada en la observación del funcionamiento de la realidad objetiva, no es una hipótesis, es la realidad misma del funcionamiento de la economía en cuanto a su capacidad de prosperar en la sociedad. La realidad no es perfecta, las teorías, al tratarse de conjeturas previas a una conclusión, sí lo son. Por eso se dice que una sociedad en la que el Estado está limitado hay desigualdades y pobreza, que son puramente subjetivas y dependientes a cada individuo. El liberalismo se basa, como punto de apertura en su práctica, en la igualdad de oportunidades que es la única igualdad que se puede anteponer en un contexto de libertad real. Al encontrarse en una situación de igualdad de oportunidades, cada individuo puede llegar hasta donde sus capacidades físicas e intelectuales se lo permitan o simplemente hasta donde desee llegar, siendo posible, pues, que cualquiera sin exclusión alguna pueda ejercer el oficio que desee y pueda enriquecerse lo mayormente posible si en ello se empeña. Al buscar el beneficio individual, respetando las reglas del mecanismo de mercado, se contribuye al beneficio de los demás miembros de la sociedad.
El mecanismo de mercado es lo que Adam Smith llamó la mano invisible. Su función radica en el movimiento de la economía, que a su vez depende de los individuos que intervienen en ella. Es, por tanto, el mercado y no el Estado, el que decide qué cantidad de productos puede ofrecer una empresa en función de la demanda y de la oferta. Si por ejemplo disminuye la demanda de un determinado producto y aumenta la demanda de un segundo producto, el precio del primero bajará hasta que se equilibre con la curva de mercado mientras que, como en la economía se administran los recursos escasos, el precio del segundo aumentará de manera que ambos, oferente y demandantes, queden satisfechos con la transacción realizada.
Para que la mano invisible funcione son necesarias empresas en manos de capital privado, por lo que, en el momento de demostrar el funcionamiento del liberalismo, Smith llegó a la conclusión básica de la doctrina liberal, que no es sino la existencia de la propiedad privada individual, no porque así lo quisiera, aunque en efecto es lo más justo. Pero fuera de lo moral y lo ético simplemente llegó a esa conclusión porque observó que de ese modo las naciones se habían vuelto mucho más ricas.
El liberalismo es una observación de la realidad objetiva, y la realidad no es siempre justa, pero como se ha demostrado, el liberalismo es el único sistema coherente de organización de las riquezas. Y no existe por ahora, ningún otro sistema que respete tanto a la persona, que funcione y que contribuya a la evolución intelectual y a la supervivencia inminente de nuestra especie en la actualidad y en el futuro.