____ ____ ____ ____ ____ Oliver Laufer: January 2005

Tuesday, January 25, 2005

Irak: del genocidio al daño colateral

Hace algo más de tres meses, The Lancet publicaba un estudio sobre el número de bajas en Irak desde que se produjo la intervención aliada en marzo de 2003. El estudio, como era de esperar, se propagó rápidamente por todos los medios que pudo, filtrando ya una información que, por más que se intentara desmentir, sería poco menos que imposible.
La publicación, que según sus autores se basa en cifras conservadoras, data en cien mil las víctimas desde que se produjo la invasión aliada que derrocó al régimen de Saddam Hussein, o sea, desde marzo de 2003, hasta octubre, aproximadamente, de 2004.
Ahora bien, hay que tomar en cuenta varios aspectos previos para comprender mi anotación. Primero: que el estudio de Lancet es un fraude, además fácilmente comprobable, y eso es precisamente lo que intento demostrar aquí. Segundo: las cifras reales son muchísimo más bajas de lo que se cree. Tercero: de ser cierto, habrían sido necesarias unas 22 guerras y postguerras de Irak para igualar el número de víctimas que ha causado el régimen de Hussein; y de ser falso, que lo es, esta cifra se multiplicaría aún más y de una manera realmente vertiginosa.

El estudio de Lancet se basa en una proyección o estimación del número de víctimas que pudo producirse en un tiempo determinado, es decir, que sus autores no tienen datos sólidos en los que sustentar su hipótesis, porque las cifras oficiales, por muy elevadas que sean, nunca alcanzarán los cien mil muertos, ni se acercarán siquiera al número citado.
Es falso también que las víctimas de dicha proyección sean en su totalidad civiles. En una guerra moderna, con los medios armamentísticos de última tecnología, el daño colateral nunca superará al número de bajas de los combatientes enemigos. El daño colateral de la operación militar que derrocó a Hussein es el más bajo, porcentualmente hablando, que se ha producido en los conflictos bélicos de gran índole a lo largo de nuestra historia contemporánea. Y no es una cuestión de suerte. El Ejército estadounidense toma el evitar víctimas inocentes como principal punto de partida en la modernización del material bélico, y esa premisa es de dominio público.

The Lancet no ha sido la única organización contraria a la guerra de Irak que ha realizado estudios basados en el número de víctimas de la contienda. Existen organizaciones especialmente dedicadas a ello, y que además basan sus cifras en bases de datos reales, con fuentes de las que sustentarse tales como los medios de comunicación y las cifras oficiales del Estado iraquí.
La más famosa de ellas es Iraq Body Count, que desde marzo de 2003 ha ido sumando todas las muertes violentas que se han producido dentro Irak en una base de datos donde se da la fuente consultada, la fecha y las circunstancias de la muerte. Su actualización es diaria y está vinculada desde miles de sitios webs.
Revisé las 24 páginas que conforman la base de datos de Iraq Body Count, comprobando cuales eran las causas de las muertes. Un 60% (aprox.) se han producido a consecuencia del terrorismo islámico y la llamada resistencia iraquí. Las demás se atribuyen a la acción militar directa del Ejército norteamericano. Según IBC, el Ejército de EE.UU. ha eliminado a cerca de 7.350 personas inocentes desde que se produjo la invasión hasta hoy. Cifra aún imprecisa, lo cual explicaré más adelante.

Hasta hoy también, hay un mínimo de 15.475 y un máximo de 17.703 víctimas desde la invasión de Irak. Cifra muy lejana a la que publica The Lancet. Tiene, además, una variación de 2.300 personas ya que los medios citados en ocasiones entran en contradicción, como es de esperar. Esta semana, por ejemplo, ha habido ocho coches bomba en todo Irak, una gran parte de ellos con piloto suicida (que también se agrega a la base de datos en función de víctima) por los que han muerto unas 50 personas inocentes. Cabe destacar que la violencia ha aumentado en el último mes raudamente ya que se acercan las elecciones democráticas el día 30. Además, IBC incluye en su base de datos a las víctimas de las deficiencias sanitarias del país, del mal funcionamiento de los hospitales públicos y las víctimas que han padecido incumpliendo la ley, es decir, los delincuentes; ligando dichas circunstancias, por lo tanto, al invasor norteamericano.

Cuando se observa la base de datos de mayor a menor en cuanto al número de víctimas, comenzamos con 19 hospitales de Bagdad a lo largo del mes de la contienda, en los que la cifra ronda entre las 1492 y las 2009. No se dan las causas de la muerte ni las circunstancias. En suma, son unas 5500 las de hospitales y morgues, que además de presentar una variación alarmante, no se restan a las sumas individuales, por lo que podrían estar repetidas. Como si fuera poco, se suman en la lista a los “insurgentes” terroristas que mantuvieron combates con el Ejército norteamericano en la ciudad de Falluja y Samarra, y a los combates producidos con los “militantes” de Al-Qaeda (siempre entre comillas desde IBC) suman casi 800. Por lo que 7.350 víctimas es más, de hecho, es mucho más que lo realmente producido a causa del daño colateral de la contienda. Pero mantengamos esta cifra para hacer un recuento:

Recordemos mis anteriores artículos sobre Irak. En Los muertos de Saddam Hussein, la suma de víctimas bajo el régimen del dictador iraquí alcanzó una cifra de 1.460.000, es decir, casi un millón y medio, gracias a la ayuda de algunos de los grandes. Pero tras comprobar una de las fuentes citadas, la de civiles desaparecidos a lo largo del régimen, que en mi primera anotación databa en cien mil, número erróneo ya que solo daba los datos de una zona determinada del país, al Norte. Pude agregarle un cero más en el artículo en que recordaba los vínculos entre Hussein y la ONU, transformando cien mil en un millón. Un millón de desaparecidos bajo las sombras del régimen. Aquí no agrego a los que han muerto en hospitales, aunque sí a los delincuentes, a quienes les cortaban los brazos y manos por cometer delitos menores. Pero en su mayoría, los datos simplemente dan el número de civiles que han sido asesinados por el régimen en sus guerras expansionistas (podríamos, si así lo deseamos, utilizar el término imperialistas) y en sus genocidios a otras etnias, como la kurda y la chiíta. Por lo que la suma final de muertos de Hussein podría rondar los dos millones trescientos sesenta mil.

Usando como referencia esta cifra y manteniendo el número de víctimas que ha causado EE.UU. dada por IBC, el cual es erróneo, habrían sido necesarias algo más de 321 guerras y postguerras de Irak para igualar a los muertos de Hussein. Tal vez unas 350, si redujésemos ese número ante la variación, que es descomunal.
Hussein, por su parte, continuaba matando durante sus últimos meses en el poder, de eso tengo vídeos en mi primer artículo. Por lo que esa cifra, de no haberse producido la guerra en 2003, sino el año pasado o este año, indudablemente habría aumentado.

El artículo de The Lancet fue publicado tres días antes de las elecciones estadounidenses y la propagación fue inmediata. Además, el partido Demócrata ha utilizado en varias ocasiones las publicaciones de The Lancet contra el gobierno de Bush (como hicieron en el caso del aumento de infectados, según Lancet, por el virus del sida en EE.UU. el año pasado).

Recordemos, lo digo siempre, que por más que se intente, en cualquier guerra, el daño colateral lamentablemente no se puede evitar al cien por cien. El genocidio, las dictaduras y los regímenes expansionistas, sí se pueden evitar, se deben eliminar. Sobretodo cuando yacen millones de víctimas a sus pies, ante nuestros ojos. No podemos anteponer la paz absoluta a la libertad. No son términos compatibles: sin libertad, nunca, bajo ningún concepto, habrá paz en el mundo. Y el apaciguamiento siempre trae consigo las mismas consecuencias.

A la muchedumbre le gusta compara al Presidente Bush con Adolf Hitler. De hecho, han creado vínculos ficticios entre la familia Bush y el Nacional Socialismo Alemán. Los que no son ficticios son los vínculos que hubo entre Jairallah, tío de Hussein, y el partido Nazi. Ahora me gustaría saber a mi ¿qué tiene Bush de Nazi? Porque yo sé qué tiene Hussein de Nazi. Todos lo sabemos, así no todos lo digamos. Saddam Hussein invadió a sus países vecinos matando a millones de personas, al igual que Hitler, Saddam Hussein intentó exterminar a las etnias kurda y chiíta, al igual que hizo Hitler con los judíos y los gitanos de Europa. Lo hizo de la misma manera: los gaseó. Hussein acabó con las libertades de su pueblo y de sus pueblos vecinos. Si hay algo que vincule a los Estados Unidos con todo esto, es que en las dos ocasiones América actuó y en las dos ocasiones América sacó al tirano del poder. Y en las dos ocasiones, también, hubo apaciguamiento por parte de los gobiernos de Europa, hubo resistencia y hubo contrarios a la guerra entre la población civil. Esa es la realidad de los hechos. Se repite de nuevo y lamentablemente no todos hemos aprendido de nuestros errores.

Sunday, January 16, 2005

Parcialidad política en las aulas

No sé como era la parcialidad política en las aulas de los institutos públicos hace diez o quince años, pero la influencia que ésta ejerce en la actualidad es asombrosa, y los docentes, una gran parte de ellos, lejos de neutralizarse y mostrar la realidad objetiva de la cosas, hacen de las aulas un auténtico campo de batalla político. No existen las disputas: en esta guerra el que no piensa igual que los demás debe callar y evitar simples malas caras que podrían desembocar en malos resultados, y a eso, sumarle el odio de todos los que te rodean por discrepar con una mayoría de defensores de lo imposible.

Sé que es arriesgado afirmar lo que hoy digo, pero trataré, como siempre, de ser lo más objetivo posible. Creo que soy el blogger más joven de toda la Red Liberal, no lo sé. Sí sé que soy uno de los pocos que vive la política de las aulas en primera persona, además sé que soy uno de los pocos alumnos de centros públicos que se muestra contrario a que dentro de los colegios estatales se difundan las ideas socialistas y el antiamericanismo por doquier. No se trata únicamente de defender mi doctrina. Se trata, más bien, de que cada alumno español pueda pensar por sí mismo, ilustrarse políticamente por sí mismo si así desea hacerlo, y obviamente, aprender las cosas reales, tal y como son. No es imparcialidad propiamente dicha, es realidad objetiva, fundamental en cualquiera de las asignaturas que se estudie.

La educación pública española goza de excelentes profesores. Son muchos los que no respetan la imparcialidad política en su clase, pero también hay una gran mayoría de docentes que saben mantenerse alejados de la defensa de sus ideologías políticas, cualesquiera que sean, y saben enseñar mostrando los hechos como realmente son.

Aquí, en la parcialidad, se juega con el futuro y se atenta contra los conocimientos. Cuando hay una alteración de la realidad para defender un adoctrinamiento, los alumnos aprenderán exactamente lo que el profesor enseña, y esa será la preparación que tendrán para el futuro, como ciudadanos. Esa será también su visión de la realidad, y de ahí, si no existe una autodidáctica individual como tal, dicha enseñanza podría ser utilizada para formar su adoctrinamiento político y participar en el proceso democrático votando por lo que realmente cree correcto. Antes de eso vienen las contradicciones. Utilizaré acontecimientos personales siempre, que he presenciado en primera persona.

Se dio el caso, en una oportunidad, en el que dos profesores de distintas asignaturas decidieron, por separado y sin saber el uno del otro, explicar un mismo acontecimiento histórico, en una misma semana y a una misma clase. El primero, profesor de lengua castellana e historiador, afirmó que durante la llamada semana trágica de 1917 en Barcelona, el Partido Socialista y los sindicatos utilizaron la excusa de la guerra de Marruecos, que ya llevaba varios años siendo excusa, para atentar contra la democracia e intentar una revolución, imitando a la soviética, en la que se instauraría una república popular con un régimen marxista en el poder de haberse logrado. El segundo profesor, en este caso profesor de historia, argumentó que únicamente se trataba de una revolución pacífica, ya que el proletariado español era cada día más fuerte. El trato que a éstos les había dado el liberalismo económico de Adam Smith había sido de explotación y de miseria, y dicha revolución simplemente pretendía adelantar elecciones en las Cortes Constituyentes. Es probable que la gran mayoría de los alumnos ni se percataran de esta contradicción entre ambos docentes, pero los que lo hicieron ¿qué debían creer entonces?

En otra oportunidad, estaba tratando de explicarle a una compañera de clases que el liberalismo y el fascismo no son lo mismo, cuestión que ella se negaba a aceptar, ya que el liberalismo es capitalismo, el capitalismo es la derecha y el fascismo también es derecha, por lo que, según ella, el fascismo y el liberalismo son la misma cosa. En ese momento entró un profesor de historia del arte y, tras escuchar la disputa defendió mi argumento, pero zanjó diciéndome que “si vivieras en Estados Unidos habrías votado por Bush y resulta que Bush sí es un fascista. Así que en ese caso sí serías fascista.” A la semana siguiente el mismo profesor dijo en una clase de arte que Aznar era un imbécil por señalar que sufrimos el terrorismo islámico desde hace siete siglos, cuestión que todos los alumnos, o casi todos, le aplaudieron.

Se da el caso del profesor que, cuando habla de lo cotidiano, saca a relucir las diferencias entre europeos y americanos, siempre con una vil crítica al modo de vida estadounidense. Una vez vi en el Telediario el caso de un docente que defendía Nacional Socialismo Alemán en sus clases de historia, y sus alumnos decidieron poner una queja en la dirección del centro de la que se enteró España entera.

Uno de los que más me impresionó fue un profesor de matemáticas que, explicando una simple curva de Gauss de un país concreto, decidió tomar como ejemplo la de Irak, dijo que si las riquezas que tiene no existieran y éstas no estuvieran desplazadas a una única minoría, “los americanos no habrían hecho la guerra que hicieron, matando a todos los inocentes que mataron”. O el profesor de Informática que dice que en su clase no quiere ni ver una bandera de España, o el suplente que lleva un pin de UGT.

Impresionante también el de economía, que defendía con dedicación los impuestos progresivos, ya que, según él, es más justo que los que tienen le den a los que no tienen, y no al revés. Además, decía que si no fuera por Keynes, los Estados Unidos nunca se habría salvado de la crisis económica de 1929, y cuando hablaba de sus banqueros españoles favoritos -no está de más decir quién,- soltaba que “además de socialista no sé yo cuál otra virtud tiene ese hombre”. Recuerdo que nos explicaba como subir desde español a la categoría de catalán. Pero siempre hacía apología de su imparcialidad, cuestión que hasta los más ignorantes y los más socialistas le reían.

Más doloroso puede ser que una profesora de Geografía española, preparando a sus alumnos para la selectividad, pida que si se exige hablar en la PAU sobre el crecimiento agrario-económico español durante el siglo XX, no se utilice el término “Franquismo”, sino que, para evitar problemas, coloquemos las fechas 1940-1975, porque “muchas veces a los profesores nos cuesta afrontar algunas cosas”, y mejor es caer bien durante la corrección de la prueba que perder puntos por nada. Mucho más si se hace en la Complutense, digo yo.

Son incontables los casos de profesores de la institución pública que utilizan la política en su clase para defender una doctrina. Son muchísimos los que lo hacen para defender el socialismo. Los alumnos se lo aplauden, muchos ni siquiera se enteran. Pero quienes quieren mantenerse distantes, quienes quieren moldearse de la realidad y no de los sueños, pasan la mitad del día en un auténtico territorio ajeno, donde la voz y el voto se guardan para un futuro.

Wednesday, January 12, 2005

Corea del Norte, la voz del silencio

El comunismo ha matado a cien millones de seres humanos en el último siglo. Los amantes de la libertad lo hemos condenado incluso antes de que se hicieran públicos los antiguos documentos de la URSS. Detenerse y recordar que han sido nada menos que sesenta millones de victimas las que perecieron en la Unión Soviética, y que después de eso comienza una escalofriante suma por distintos países del mundo hasta llegar a los cien millones de humanos a quienes el socialismo les arrebató la vida es algo irónico, cuando no algo aterrador. Cien millones de personas asesinadas, cien millones de vidas perdidas. Una cifra imprecisa cuando olvidamos a las víctimas de Corea del Norte.

Corea del Norte ha sido, desde la instauración del régimen socialista, uno de los países más incomunicados y cerrados del mundo. Dentro de ese bargueño viven cerca de 22 millones de personas, muchísimas de ellas han muerto de hambre, otras miles han sido asesinadas. Y el mundo entero es, y ha sido, testigo silencioso de todo lo ocurrido.

La autarquía nutritiva en un país bajo cualquier régimen que, viviendo paralelamente a la edad contemporánea, se niega a abrirle las puertas al mundo, no acaba sino con una espeluznante -aunque predecible y, por tanto, evitable- consecuencia negativa. Ésta es la imposibilidad de autoabastecimiento porque se carece de los recursos necesarios, pero mucho más espeluznante es cuando se carece del sistema económico ineludible para la supervivencia humana. Es condicionamiento de distribución: de utilizar adecuadamente las riquezas y dejar que éstas tengan vida propia, que se les trabaje libremente.

La dictadura comunista de Corea del Norte fue hija subvencionada del Kremlin desde sus inicios, y sólo eso era lo que la mantenía en píe, lo que mantenía a sus ciudadanos con vida. Cuando el comunismo en Rusia cayó, Corea del Norte se quedó sin ingresos y comenzó lo que hasta hoy ha sido, y seguirá siendo, una contracorriente a la objetividad racional. El negarse a los principios básicos humanos, excluyendo aquí incluso a los Derechos Humanos, que deberían de sustentar un límite, hablamos simplemente de un mínimo, muy por debajo de ellos, de supervivencia humana, que no se ha respetado.

Corea del Norte en 2004 tuvo un déficit alimentario de casi un millón de toneladas, lo que significa que seis millones y medios de norcoreanos pasaron hambre a lo largo del año, es decir, el 30% de la población total. Miles murieron. Asimismo, ha sido la mejor cosecha que ha tenido el país desde 1996. Razón para celebrarlo entre los miembros del gobierno.

La hambruna ha matado a unos dos millones de personas en Corea del Norte durante la última década, otros muchos han sido fusilados, cientos de miles de niños sufren desnutrición crónica. La gente desesperada roba comida en la calle, y a los que son capturados les fusilan en público, llevando a niños a presenciar las ejecuciones. Las personas han escapado hacia China, pero los que no tienen suerte, y son capturados por las autoridades chinas, son devueltos a Corea, apresados y durante los interrogatorios torturados, muchos hasta la muerte. Otros cientos mueren antes, en prisión, por desnutrición.

No importa la edad que tengan, no importa el sexo ni su utilidad futura como persona. "Vi morir a un muchacho de 15 o 16 años; estaba allí [detenido] por haber vendido cristales de su colegio. Tras 15 días de detención, murió a causa de la desnutrición. Había muy poca comida." Y como ese, hay miles de testimonios atroces sobre el trato de las autoridades comunistas contra la población norcoreana. Muchísimas de las mujeres y niñas que han escapado a China han caído en las redes de prostitución y tráfico de personas que operan en la frontera entre ambos países. Las principales víctimas de la hambruna socialista son los ancianos, las mujeres y los niños. Miles mueren cada año.

Las organizaciones humanitarias han intentado colaborar, pero el gobierno norcoreano les ha prohibido entrar a sus territorios. Muchos de los alimentos donados por las ONGs han sido utilizados por el gobierno para dar alimentos en época de escasez sólo a los que se muestran favorables a la dictadura comunista, únicamente si pertenecen al pequeño núcleo de la población activa. Además, han utilizado el hambre como método de acorralamiento contra los opositores políticos. Por eso las pocas organizaciones humanitarias que quedaban en el país se han ido. Nunca se sabe cual es el destino final de sus donaciones alimentarias.

El fin del gobierno es mantener el régimen cueste lo que cueste, muera quien muera. Tan maquiavélico argumento mantiene en vilo a los que, desde fuera, se niegan a ver lo que realmente está ocurriendo. Según la izquierda internacional la hambruna se debe, al igual que en Cuba, al embargo monetario por parte de Estados Unidos. Además, muchas ONGs han mantenido distancias y evitado reacciones muy sonables para asumir una postura de talante europeo, de apaciguamiento ante lo que es evidente e inevitable, lo que todos sabemos que terminará pasando.

Una de las libertades eliminadas ha sido la de circulación. La gente en Corea del Norte no se puede desplazar ni dentro, ni mucho menos fuera del país. Cada quien tiene su zona de paso y su vivienda humildemente asignadas por el Estado. Quienes intentan mudarse a una zona que goza de mayor posesión de alimentos son castigados con severas multas o prisión, donde seguramente terminan muriendo de hambre. "El mayor número de ejecuciones públicas tuvo lugar entre 1996 y 1998, los años de mayor hambruna. La gente robaba infraestructuras sociales, como los tendidos eléctricos y los cables de cobre, y las vendía".

Pero mientras la gente muere de hambre, el gobierno se preocupa, sobretodo, por equipar al ejército con armas de destrucción masiva. Los estadounidenses firmaron un trato con los norcoreanos para que éstos no produjeran plutonio. A cambio se les dio alimento y ayuda económica. Pocos meses más tarde Corea del Norte lanzaba un misil contra el Océano Pacífico, y posteriormente otro contra el mar de Tushima, entre China y Corea del Sur.

Corea del Norte es la prueba empírica de los resultados del socialismo en el mundo. Hasta los más temidos aprendieron la lección, y hoy otros, por tratar de silenciar lo obvio, no sobrellevan (aunque se quejen por ello) lo que cientos de miles viven tras las rejas de la anteposición absoluta. Es ahí cuando la utopía se torna pesadilla. Y hay quienes incluso aún lo aceptan.

Wednesday, January 05, 2005

Desde Caracas

Estoy en la capital de Venezuela, y desde hace ya varios días tenía en mente comentar lo que he visto en Caracas a lo largo de mi estadía que, conociendo este país perfectamente desde toda la vida, nunca me había dejado tan impactado como en este viaje. El socialismo chavista ha destruido el país hasta los límites más extremos. El modo de vida actual, la sociedad, la mentalidad de los venezolanos, han cambiado vertiginosamente en los últimos años. Venezuela ha dejado de ser un país de inmigrantes lleno de facilidades, de belleza y de oportunidades para convertirse en un verdadero territorio tercermundista.

Hay una fuerte incultura política en el bando de la oposición antichavista. Hubo cierta fusión entre todos los partidos democráticos venezolanos para contraponer al partido de Chávez, pero asimismo, no existe, en ninguno de los partidos, un líder sólido que confronte a Hugo Chávez. La oposición no defiende ninguna ideología concreta. Más bien, en la mayoría de los casos, desconocen el sistema político que defender y simplemente son lo que son: antichavistas. Muy pocos se definirán como liberales, socialdemócratas, etcétera. No porque no les interese, sino porque lo desconocen.

Esto es muy importante. Me impresiona el desconocimiento político y la desorganización de la oposición venezolana. Asimismo, cuando encuentro a algún individuo con sus ideales bien remarcados puede ser asombroso escucharle. Existen pequeños grupos de intelectuales venezolanos liberales pero son muy reducidos.

Creo que hay mucha fe en el bando antichavista, y eso los mantiene despiertos. Siempre escucho a los liberales más jóvenes de España criticar el patriotismo moderno. Si no fuera por el patriotismo venezolano la oposición e estos momentos no sería nada. Aquí la gente ama a Venezuela, independientemente de la ideología que defiendan o del credo que sigan, no hay complejos de lealtad a la Nación. No son acusados de fascistas por amar el país en el que viven. No son, en eso, como es España.

Se han organizado las manifestaciones más multitudinarias del planeta desde la caída del muro de Berlín, hasta que llegó el 11 de marzo, que batió nuevos records. La gente aquí es capaz de sumergirse en una verdadera guerra de guerrillas urbanas con tal de sacar del mando a Hugo Chávez. La Guardia Nacional (una policía militar) dispara gases lacrimógenos contra sus propios conciudadanos en las movilizaciones a las que asiste todo el mundo, desde niños hasta los más ancianos.

No es una cuestión racial, pero en el bando chavista hay un predominio negro. Mientras que la oposición está compuesta por los antiguos inmigrantes, sus hijos y nietos, que vinieron de Europa hace ya cincuenta años o más. Asimismo no hay distancias, no he visto racismo. Las empleadas domésticas, por ejemplo, y su jefe particular, pueden mantener una buena relación sin muchas barreras de nivel social. Pero eso no evita que uno sea chavista y el otro demócrata.

Si dije que Chávez era un timócrata en parte me arrepiento. No lo es: es un tirano. De ahí a que juegue a los dados –si es que sabe- con el destino de una nación que cada día está más pobre y hambrienta. Las chavolas, que antes, hace mucho, ocupaban una importante zona de la periferia caraqueña, ahora se han expandido por toda la ciudad, montaña abajo, yaciendo por doquier los “ranchitos” donde vive más de la mitad de la población venezolana y, obviamente, todos los votantes de Hugo Chávez.

Tuve la oportunidad de conversar con un taxista chavista y, según él, es injusto que unos tengan y otros no. Por lo que Chávez está haciendo bien quitándole a los ricos para darle a los pobres. “Si somos pobres que lo seamos todos”. Y bajo ese ideario se sustenta buena parte de la población venezolana. De ese mismo modo, ese hombre ignora que el hecho de que gane mensualmente unos 350 mil Bolívares y lo atraquen todas las semanas, sea por culpa del gobierno de su país.

Desde el 13 de diciembre al 31 de ese mismo mes hubo poco más de 100 muertes en accidentes de tráfico a nivel nacional. En el último fin de semana del año murieron asesinadas 157 personas, un tercio de ellas en la capital venezolana. Unas dos mil personas en diciembre fueron asesinadas en Venezuela. Unos 13 mil individuos este año. Más que en todos los anteriores. Si cogemos los asesinatos de los 10 años previos a Chávez y los sumamos puede que apenas alcance los 13 mil homicidios. Así funciona la seguridad chavista.

El 75% de las familias, según un periódico nacional, pasa el mes con 275.000 Bolívares, que al cambio actual serían poco menos de 100 €. Las familias, mientras más pobres más numerosas. La natalidad excesiva es lo que ha contrapuesto la mortalidad garrafal del país.

No se recomienda mucho salir de noche. Unas copas con los colegas pueden significar la muerte. No exageran cuando lo dicen. Además, para evitar desgracias, es recomendable cambiar la vía que se utiliza para ir al trabajo, etc., por otra alterna y así evitar persecuciones para robo o secuestro. Después de las 9 pm está todo muy oscuro, Caracas no es una ciudad peatonable, la gente se ha acostumbrado a los Centros Comerciales que gozan de una fuerte seguridad privada. Asimismo, supe de los robos (con traumatismo incluido) de quienes hacen uso de los Servicios de uno de los Centros Comerciales más colosales de la capital venezolana.

La propaganda chavista está en todas partes. El gobierno gasta muchísimo dinero en hacer auto-propaganda. Por toda la ciudad, incluso al llegar, en el aeropuerto, uno puede ver imágenes de Chávez abrazando niños, ayudando a sus semejantes o colaborando con el pueblo. El slogan es: “El gobierno bolivariano avanza”. Está en todas partes, tomando en cuenta que falta mucho para las elecciones veo ya cuales son las intensiones de dicha publicidad. También se hace apología de la descentralización que con tanto esmero su gobierno ha logrado aumentar, defendiendo con afán la economía social, mientras los venezolanos mueren, y mueren y mueren…

También me hizo mucha gracia que frente el avión presidencial, en el Aeropuerto internacional Simón Bolívar, ondeaban las banderas de Venezuela, Cuba y España, aún no la de China, país del que Chávez acababa de llegar hace unas semanas y el cual ha defendido con mucho ímpetu y nostalgia. Ese gran país que es China.

No hay mucho antiamericanismo como en Europa. Me alegró encontrar los ensayos de Revel en casi todas las librerías a las que he ido. Aunque siempre están al lado de las novelas (digo novelas) de Michael Moore, a quien idolatran como si de un Dios se tratara. Pero odio a los Estados Unidos no he visto. Sí a España: todavía hay resentimiento porque los colonizadores españoles asesinaron indígenas hace unos seiscientos años. Además, tachan a los gallegos de ignorantes extremos; tan ignorantes, digo yo, como para votar a Rodríguez Zapatero, claro está. Ni más, ni menos.

Además, y fuera de todo lo que he dicho, averigüé la biografía de mi tátara-abuelo que fue candidato a la presidencia por el Partido Liberal-Nacionalista, al menos soy liberal por mi rama americana. Por la europea mejor ni decirlo.

En fin, que si un socialista que viene a Venezuela continúa siendo socialista, no es que sea socialista sino gilipollas. Y muy a pesar del pensamiento en masa, nuestra ideología, liberales, no se basa en visiones personales sino en hechos objetivos.