____ ____ ____ ____ ____ Oliver Laufer: February 2005

Sunday, February 13, 2005

Corea del Norte, la nueva amenaza

La voz del silencio hace eco de sus logros y ambiciones geoestratégicas para, según quieren hacer creer al resto mundo, mantener la provocación libertaria apaciguada con tensiones verdaderamente amenazadoras. Pero, al fin y al cabo, tensiones sin salida alguna. Es una repetición de la historia en la que se mantiene con vida el nombre de uno de los contrincantes, que irónicamente es el nombre de quien nunca ha cedido y quien ha rescatado al planeta, casi por completo, de la intimidación que trae consigo la barbarie, que nunca ha ganado ninguna guerra ideológica.
Corea del Norte aterra a primera vista, sobretodo a los populosos gobiernos europeos, quienes aún, ya con las cicatrices del pasado reabriéndose, dan por válidas las teorías que acabaron con la vida de millones una vez y otra, hace no mucho tiempo atrás. Pero visto objetivamente, Corea del Norte no es más que un aislado solitario sumido en la autarquía, que intenta desesperadamente mantener su régimen con vida a cualquier precio. Un precio doble: el de la hambruna y el de la guerra. Cuenta además, desde lejos, y de manera indiscreta, con el apoyo de las muchedumbres de Occidente, que siempre, con ansias de buen talante, tacharán a Norteamérica de fascista, si ven que ésta, por encima de lo que diga un puñado de intelectuales afrancesados, va a por los tiranos y trae, a su vez, consigo, la libertad, palabra poco apreciada últimamente, tal y como algunos la conocemos. Palabra poco apreciada porque ignoramos que la mayoría de nuestros actos dependen de ella, algo que ni se nombra ya porque estamos acostumbrados a ella, y no se nombran tampoco a los millones de individuos que dieron su vida por dicha causa.

En la última década han muerto de hambre, en Corea del Norte, poco más de dos millones de seres humanos, en su mayoría niños. Lo que es igual a 25 bombas nucleares sobre la ciudad de Hiroshima. Clinton y su administración alimentaron al régimen a cambio de no violar el tratado de no proliferación nuclear, lo que obviamente no sirvió de nada. Los alimentos norteamericanos, así como los donados por ONG’s internacionales, fueron utilizados por el régimen socialista como arma política, dando comida sólo a quienes colaborasen con el régimen y pertenecieran a la población activa con contrato laboral, es decir, en pocas palabras, a un puñado de norcoreanos que han preferido, por una razón u otra, no morir de hambre, a diferencia de una gran mayoría de compatriotas.
Un panorama desolador, ahogado aún más desde las muchedumbres de la feliz Europa, puño en alto, hermanas de Palestina e hijas de Guevara, y sus respectivos gobiernos democráticos, obra y gracia de Mister Marshall y los jóvenes suicidas de Normandía, acusando a los Estados Unidos de ser el causante de la hambruna genocida, consecuencia de su embargo monetario a la República Popular Democrática de Corea del Norte.
El embargo viene de antaño, amén de la caída del régimen soviético, que subvencionaba a sus anchas al satélite norcoreano, y éste alimentaba a sus masas con la ayuda del Kremlin. Ahora nada, obviamente, porque Corea está sola, completamente sola y porque el socialismo es un fracaso en la práctica -y la teoría-, que exclusivamente trae consigo un poco más de trabajo a la casi única democracia liberal que hay en el mundo.
Y en el caso de que se hiciera lo que EE.UU. pretende, que es llevar la situación al Consejo de Seguridad, las demás potencias, las europeas, mantendrían, como ahora hacen, su talante apaciguador que tanto las caracteriza. Y en el caso de que EE.UU. interviniera en Corea del Norte, derrocara al régimen y estableciera la democracia, pasaría lo que siempre ha pasado: serían acusados de fascistas belicistas, asesinos de la igualdad, que defendiendo unos ideales que sólo apoya una minoría, acabaron con la vida de miles de inocentes que nada tenían que ver con todo esto. Se repetirá la historia nuevamente y volverán a cometerse los mismos errores de ayer una vez más.
¿Qué tienen, entonces, en común Japón, Alemania, Italia, Irak, e incluso Rusia entre otros?, la respuesta es fácil: todos empezaron como Corea del Norte, y de una manera u otra, todos son democracias, algunas comienzan a crecer como potencias otras ya lo son desde hace mucho, y sus ciudadanos viven en libertad, así en muchos casos se ignore y se haga la vista gorda de ello.
Y mientras tanto, en Europa, nos sentaremos de piernas cruzadas escuchando a Edith Piaf y leyendo el Le Figaro, mientras contemplamos atónitos a los niños de Halabja, las familias de Auschwitz y los votantes de Bagdad, balbuceando con rabia en un idioma keynesiano que nada de eso ha ocurrido nunca.