Las falacias del Occidente subjetivista
El Presidente Rodríguez es un hombre transparente, plural, y claro está, liberal, a veces tanto que ni se distingue entre las masas de contra-individuos. Pudo acusarse a líderes anteriores de tener una personalidad excéntrica y fría pero al menos eran perceptibles empíricamente, todavía algunos lo son. Y como buen ciudadano espero ver al Presidente Rodríguez como profesor universitario (de la Sorbona quizá) o al Ministro Económico don Pedro Solbes como guardián de la economía mundial. Hay tres maneras principales de corregir el déficit público (aumento de impuestos, emisión de dinero y emisión de deuda pública) todas con una clara contraprestación negativa. El Ministro Solbes en su afán de contrastar sus ideales socialistas-libertarios optó por la más lógica, racional y austera: la cuarta vía. Por lo que, posiblemente, ese déficit de magnitudes Gonzalísticas no se corrija hasta que llegue la era Rajoy, si es que llega. Se pone de moda, además, la mala adecuación de la terminología política en cuanto a posturas ideológicas. Vamos a estar claros en dos de ellas, desde siempre los socialdemócratas americanos han sido llamados liberales, y los liberales, conservadores, que si profundizamos un poco más puede que en algún lugar se les trate de libertarios. A los liberales internacionalmente siempre se les ha dicho, de buenas a primeras, capitalistas. Obvio está que para hacer oposición a un término que incluye la palabra libertad hay cierta hostilidad en el momento del ataque; es mucho más complicado lanzar falacias contra un liberal que contra un capitalista, dueño del capital y enemigo de las masas de obreros hambrientos. Pero ahora que en España la izquierda siempre ha sido izquierda, es algo de lo que todos estamos claros. Los socialistas son socialistas y muchas cosas más que no coloco aquí para mantener el talante. Pero que el único partido liberal de una nación sea de derechas es obviamente una clara ofensa ideológica para no decir que es el único partido liberal de la nación. Los demás serán nacionalistas, socialistas, ecologistas-comunistas, catalanistas o terroristas pero no liberales, o sea, no son la derecha. La derecha es fascista. Franco era un fascista y Hitler también, así que el partido liberal es fascista y sus lideres son nazis, es decir –aunque sea contradictorio- que sus líderes son nacional-socialistas. Superávit, pleno empleo, lucha antiterrorista, liberalización, puros términos claramente nacional-socialistas. Lo peor llega con la maquiavélica guerra contra la sutil nación iraquí. Presidida por Saddam Hussein, quien no es nazi y que invade un país vecino y se sumerge en una guerra de 10 años por cuestiones ideológicas, aunque no nihilistas, por las que mueren un millón de personas. Es decir unas 10 u 11 bombas lanzadas sobre Hiroshima. Después de eso invade otra nación por cuestiones petrolíferas en una guerra en la que se dice que murieron más de doscientas mil personas, pero aún así no es un nazi, contrapone, si se supiera, el hecho de que asesinaba a miembros de su partido antes de que se convirtieran en una molestia, y a sus familias también. Una técnica claramente estalinista, o sea, no-fascista. Ordena el exterminio de las étnias Chiíta y Kurda, que no judíos ni gitanos, bombardeándolos con armas químicas de destrucción masiva compradas a Alemania occidental y a la España de González, que tiene un gran sentido del humor, arrojadas desde sus rápidos Mirages comprados al aquel entonces Primer Ministro francés Jacques Chirac, con un millón de dólares de descuento por unidad, y los supersónicos Migs cedidos por la ya desmantelada Unión Soviética, actualmente Federación Capitalista, víctima del terrorismo internacional, aunque con cierto aire de apaciguamiento. Mueren pues, unos cien mil kurdos y otros miles de Chiítas, la gran mayoría mujeres y niños, pero asimismo eso no es suficiente para sacar al tirano del poder, acabar con un régimen asesino de carácter hereditario hacia unos hijos que eran el doble de asesinos y que tenían al menos unas cuantas decenas de palacios de lujo, comprados con el dinero nacional para hacer fiestas con acompañantes femeninas traídas de alguno de los antiguos satélites soviéticos. Un régimen de terror que se ha burlado de todas las instituciones internacionales, burlado de manera claramente descarada ante sus narices apaciguadoras. Cuando alguien decide pasar a la acción es acusado de fascista. Es entonces cuando salen los jóvenes del No Logo, adictos a la Mtv, por las calles con banderas arcoíricas, tricolores y palestinas a manifestarse en contra de la libertad que tanto alardean. Ellos, la masa, son quienes tienen razón y no los líderes "democráticos" que bombardearon un país inocente, esos fascistas que desembarcaron en Normandía para acabar contra su propia ideología en Europa, y que sacrificaron a unos cuantos cientos de miles más por la libertad mundial. O si no, toda la realidad, si es que existe la realidad, es desvelada por un Michael Moore sobrecargado de la tan criticada trash-food cuyas premisas echan por tierra siglos de evolución filosófica y política. Ya no hay ironía. Se puede tratar ese comportamiento de forma irónica, pero la ironía en ese caso no existe. Quienes evocan dichas premisas lo hacen muy enserio. Algunos presiden naciones importantísimas. Podríamos detenernos y decir que el Presidente Rodríguez es Presidente por 192 razones, y que cada una de ellas viajaba en la madrileña red de cercanías la mañana del 11 de marzo de 2004, podríamos dar pruebas objetivas, sólidas y empíricas de que eso es así e incluso de esa manera seríamos acusados de fascistas. ¿Dónde está entonces la razón, la verdad, la coherencia? Ayn Rand se estaría revolcando en su tumba de tantas premisas dogmáticas, fanatistas y subjetivistas que actualmente rigen el mundo, que actualmente intentan, contra viento y marea, regir el mundo. Digo que son las falacias de un Occidente subjetivista y no utilizo los términos irracional o izquierdista, porque con un mínimo de comprensión lógica acabaríamos con toda su carga ideológica. Podríamos detenernos y decir que todos somos fascistas, así leamos Mein Kampf, el Manifiesto Comunista o la Riqueza de las Naciones. Y hay incluso quienes nos creerían.
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