____ ____ ____ ____ ____ Oliver Laufer: October 2005

Thursday, October 27, 2005

El pensamiento bolivariano, realidad y demagogia

Hace unos días recibía una pregunta interesantísima de un estudiante universitario Venezolano. Me preguntaba por qué la Cátedra Bolivariana afirma que no hay pensamiento bolivariano sino ideario bolivariano. Yo le contestaba que el pensamiento podía ser parte del ideario y ese ideario podía englobar un todo; mientras que él sostenía la atrevida hipótesis de que el planteamiento estaba mal formulado. Algo que me daría leño para investigar y por lo que encontraría la postura oficial de la Cátedra Bolivariana. Paralelamente, Julio Pieraldi, delegado nacional del Movimiento Demócrata Liberal de Venezuela, me comentaba que el pensamiento de Bolívar es muy propio del chavismo y su ideal de libertad se asemeja al de los jacobinos. Esto segundo sumamente cierto. El político abogado y escritor Bernardo Celis Parra afirmaba en su libro “Ideología Bolívar y los demás” que la doctrina que políticamente defendía el Libertador fue el liberalismo social: una mezcla de Rosseau, Locke, Hume y Montesquieu. No tan atrás se quedaba la Cátedra Bolivariana, con el Profesor Jorge Mier Joffman, afirmando que Bolívar había recibido influencia del marxismo.

Esta última hipótesis, que para los defensores del pensamiento actualmente conocido como bolivariano, deja de ser hipótesis y se convierte en hecho objetivo, convirtiéndose en la propugnada por las universidades bolivarianas. La Cátedra Bolivariana afirma que «encontramos marcadas diferencias en las doctrinas revolucionarias de Simón Bolívar… En lo económico, Bolívar combina el socialismo representativo que desarrollaría Carlos Marx, con el capitalismo elitesco de Adam Smith, para evolucionar hacia el Socialismo Bolivariano de participación popular.»

Primeramente, Simón Bolívar no pudo recibir influencia de la doctrina marxista porque no la llegó a conocer. Bolívar murió en Colombia en 1830 y el Manifiesto Comunista de Karl Marx y Federico Engels se escribió durante el año 1848. Es decir, la primera edición del Manifiesto Comunista salió a la luz 18 años después de la muerte de Simón Bolívar. Asimismo, no pudo recibir ninguna influencia de Karl Marx anterior al Manifiesto Comunista ya que los primeros escritos de Marx datan de 1837, siete años después de la muerte de Bolívar.
La atribución estatista de Bolívar proviene de Francia. La influencia que Bolívar recibió de la Revolución Francesa fue enorme, y ese estatismo del que se influyó, provino de las ideas de Rousseau. El estatismo democrático que propugnaba Rousseau en su libro “El Contrato Social” habla de la anteposición de la libertad colectiva a la libertad individual. Por tanto, para mantener el bienestar social es necesario que el individuo se prive de su libertad individual, alimentando al Estado, para que éste, posteriormente, devuelva al individuo, ya completamente integrado en la sociedad, su libertad con limitaciones. Es el Estado el que toma las decisiones del colectivo de individuos. Por lo que se antepone la libertad colectiva, esto es, la dependencia del hombre del Estado, a la libertad individual, la capacidad que tiene el individuo para alcanzar sus fines por sí mismo.
Pero esta es una disciplina completamente redonda, y la doctrina de Bolívar se caracterizó por recibir también una fuerte influencia del liberalismo nacido de Adam Smith. Estando por aquel entonces de moda el empirismo de Hume –amigo de Rousseau- Locke, Montesquieu y otros también identificados con el liberalismo económico y social, y el utilitarismo como filosofía del comportamiento moral. Que, a diferencia del marxismo, sí influyó en el pensamiento del Libertador.
El adoctrinamiento bolivariano de hoy, quiere acercar a Bolívar con el marxismo para poder dar campo a una ideología que, antes que bolivariana, es más bien neo-castrista. Y transformar, como lo han hecho antes otros, la ideología del Libertador, moldeándola a imagen y semejanza de la de Hugo Chávez.
Lo importante, en este sentido, es saber cuál de estas doctrinas influyó en mayor o menor medida a Simón Bolívar, y por qué el chavismo pretende llevarse consigo al Libertador en su totalidad.
A este segundo planteamiento sólo se le puede dar una respuesta si se conoce la magnánima influencia que ejerce la figura de Bolívar sobre la sociedad venezolana y latinoamericana. Bolívar es Venezuela, sin más. Y para Venezuela Bolívar lo es todo. La educación bolivariana como se conoce objetivamente, el patriotismo venezolano en sí, es algo que desde siempre se le ha inculcado a la sociedad, algo que forma parte de la educación venezolana. De la esencia, ahora transformada, del país. Por lo que tener a Bolívar a favor de uno u otro, es tener una batalla ganada en el juego por el poder.
Es por eso que el catedrático señor Joffman no dudaba en colocar al marxismo como punto de partida de la doctrina bolivariana y como punto de partida, demagógicamente, del pensamiento de Bolívar.

Pero surge de nuevo la polémica con esa ideología que, bien defendida, Celis Parra dejaba en el aire. Ese “liberalismo social” que había defendido el Libertador. Parra decía que «Bolívar se presentaba como una mezcla del liberalismo inglés y de la Francia de Rousseau.»
Antes que nada debemos entender a qué ideología se acerca Celis Parra. En su libro se pueden extraer frases como «La Tercera Vía sin dejar ser neoliberal y capitalista en su esencia, nace para combatir el fundamentalismo del capitalismo brutal, poco social y drástico.» En pocas palabras, según Parra, la socialdemocracia no parte del socialismo sino que nace del liberalismo. Error: la Tercera Vía es el desplazamiento que hay del socialismo al liberalismo. Mírese la historia de los partidos que en primera instancia fueron socialistas y obsérvese su posterior evolución hacia esa Tercera Vía (el Partido Radical chileno, el Partido Laborista británico, el Partido Socialista Obrero Español y un sinfín de organizaciones que, por obligación, se adecuaron a nuestras circunstancias sociales).
Posteriormente afirma que «La globalización, el mercado, ya sea economía social, economía libre de mercado, representan una nueva forma de imperialismo.» Pero unos cuantos capítulos más adelante nos cita una frase del historiador John Lynch que afirma «que la independencia liberó a Venezuela del monopolio colonial y la abrió al comercio internacional.» Según Parra, «un acto profundamente revolucionario», «un proceso político muy avanzado» «y de gran profundidad ideológica.» Por lo que el liberalismo del que habla Parra refiriéndose a Bolívar no es, ni mucho menos, algo que defienda personalmente el escritor. Aunque el liberalismo social se alejó de su economía y fue sustituido por ese estatismo, fuertemente aplicado por Bolívar en muchísimas ocasiones.
Pero ¿Por qué, a pesar de la fuerte influencia liberal del Libertador, fueron más conocidas sus hazañas en el campo de la intervención estatal? El interesantísimo historiador venezolano Guillermo Morón lo resume en las siguientes palabras, profundamente ciertas:
«[Bolívar] no pudo imponer su liberalismo, el Estado venezolano nunca fue liberal, ni lo es en este momento porque vivimos entre la democracia y la dictadura desde 1830 hasta hoy. No es ese liberalismo del norte, ya se ha hecho común al resto de Europa, que la está convirtiendo en una nueva potencia para competir con Estados Unidos y China. Ese es el liberalismo que tuvo Simón Bolívar y que no se desarrolló en Venezuela.»
Es por eso que no debemos excluir la influencia fuertemente liberal que recibió Simón Bolívar a lo largo de su vida, y la fuerza que ésta ejerció en su pensamiento y sus acciones.
Pero quedaron en la historia sus logros cercanos al Contrato Social e infinitamente alejados de la Riqueza de las Naciones. Repartió tierras, por ejemplo, para profundizar “la libertad individual.” A costa de otra libertad, también individual, previa a la del reparto.
Es importante también, para entender el socialismo de Chávez, al cual vinculan al siglo XXI, pero se mantiene en 1917, la idea que tenía Marx de Bolívar.
Karl Marx escribió en 1858 un artículo aparentemente imparcial del Libertador titulado “Bolívar y Ponte” donde se realizaba una biografía muy abierta del héroe venezolano. Marx, en sus innumerables cartas a Engels escribió cosas como:
«En lo que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico. Pero hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque.» «El Napoleón de las Retiradas.» Bolívar mandó a fusilar a Manuel Carlos Piar «bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentando contra la vida de Bolívar y aspirando al poder supremo.» Los venezolanos «permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe.»
La figura de Bolívar fue tan repudiada por Marx que, o se llevaba a cabo una fuerte campaña de contra-información típica de las Universidades Bolivarianas y las Cadenas Oficialistas, típica del régimen castrista, manipulando la verdad hasta dejarla sin fundamento alguno, o simplemente la razón de ser del chavismo bolivariano no iba a existir. Y eso es lo que pasa. El socialismo chavista no es bolivariano sino castrista, paleo-marxista y por su caracter nacionalista tiene muchísimas similitudes con el nacional-socialismo alemán. Por eso cuando la Cátedra Bolivariana habla de Socialismo Bolivariano afirmaba que «la Filosofía Bolivariana protege la iniciativa privada de carácter nacional, estimula el desarrollo endógeno y la industrialización del campo, en contra del neoliberalismo y la globalización, como factores imperialistas y colonizadores que distorsionan y entorpecen el desarrollo nacional.»
Y luego, al volver a la realidad, descubrimos que se expropian las tierras para su posterior repartición, anteponiendo la igualdad absoluta a la igualdad jurídica. Y que mientras la pobreza aumenta en Venezuela, alcanzando a mucho más de la mitad de la población, mientras el desempleo alcanza a todos los sectores sociales y las desigualdades se acentúan, aumenta la delincuencia, la autarquía, la censura, la limitación de la libertad de expresión, el hambre, la extorsión y corrupción y las torturas forman parte del día a día de los venezolanos, en otras partes del mundo una escalofriante mano invisible crea «un sistema de gobierno que produce la mayor suma de felicidad, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.» Pero a costa de la terrible libertad de las personas.

Friday, October 21, 2005

De Chile, tecnócratas y Chicago Boys

La primera vez que visité la casa de la abuelita de mi novia quedé sorprendido de que, a pesar de tratarse de un acogedor apartamento, las vistas a la ciudad de Caracas eran impresionantes. Desde esa famosa urbanización de enormes edificios se tiene una vista total de la capital venezolana. Aunque a veces, por la costumbre, a uno le impacta lo más rudimentario.
Al entrar, me percaté de que había un pequeño monumento de plata, un adorno, sobre la estantería del salón. La curiosidad pudo conmigo y me acerqué al lugar. Al ver el personaje al que se le rendía tributo comencé a sudar, amentaron mis latidos y un sepulcral frío me recorrió la nuca. Pasé de nuevo, disimuladamente, para comprobar que no se trataba de Papá Noel. Y muy a mi pesar, no era Santa Claus quien observaba menguante desde una estantería del pequeño piso de la abuelita de mi novia. Era el mismísimo Karl Marx, en plata, sonriente. Todos se enteraron de mi reacción: me llevé la mano al corazón e intenté coger aire. Mi queridísima novia, al ver mi cara decidió preguntarle a su madre quién era el hombre ese. Ella contestó con el puño izquierdo en alto, con la mirada clavada en mí, sonriendo y con un tono musical: “Carlos Marx, el inventor del marxismo.” De inmediato se metió en la cocina, mientras una voz con el mismo tono resonante y musical repetía en mi interior “y del genocidio, querida suegra. Y del genocidio”.
Me fui a la ventana y no despegué la mirada de los ranchitos (pequeñas chavolas de ladrillos rojos, millones, donde las condiciones de vida rozan la subsistencia). Volteé hacia el monumento y dije “a ver, don Carlos –pregunté señalando a las chabolas- ¿Tiene usted algo que ver con todo esto?”
La figura, por suerte, no contestó, y a mi delirante soliloquio lo interrumpió un pastel de chocolate y la explicación de mi suegra: escaparon de Chile después del terrible golpe de Estado de Pinochet. El abuelito de mi novia había sido presidente del Partido Radical Socialdemócrata, que como comprobé posteriormente, de marxista tan sólo le quedaban las raíces. Y eso, a pesar de algo, justificaba el monumento al hambre que había en aquella estantería. Yo me paseaba sonriente ante don Carlos con mi pedazo de pastel de chocolate –invento pequeño-burgués.- “Mire señor Marx –le dije ya en mis últimas- mientras yo como tarta, los niños de Corea comen ratas, y en Rusia comen MacDonalds”. Esa noche, como era de esperar, tuve pesadillas, pero despertó en mí esa relación tan radical, histórica y social, que hay entre Chile y España. Y cómo dos de las dictaduras más retrógradas y antihumanas que habían existido, nacidas a consecuencia del socialismo, gracias al liberalismo se habían convertido en democracias en las que se respetaban las libertades.

España durante el franquismo y la apertura económica. (Guarda similitudes con el modelo chileno).
Dos de las principales bases ideológicas del franquismo fueron el anticomunismo y el antiliberalismo. El régimen se declaraba antiliberal y anticomunista porque el comunismo se enfrentaba en su totalidad con los ideales cristianos, y el liberalismo nunca había sido una doctrina típica española: se trataba de un sistema individualista, contrario al legado histórico y tradicional del país.
La ruptura con la doctrina comunista y la ideología liberal, se basaba en esa unión retrógrada que había creado el régimen entre la iglesia y el Estado, como respuesta al anti-catolicismo republicano, en el caso del anticomunismo, y la incompatibilidad que había entre el nacionalismo, el imperialismo y el supuesto legado histórico español con el liberalismo. La exclusión internacional y la doctrina del régimen obligaron a España a convertirse en un país autárquico, en uno de los países más reaccionarios e insignificantes de Europa. Se reconocían ciertas libertades individuales pero subordinadas al interés de la patria. El régimen quería demostrar su “sensibilidad nacional” con los derechos sociales y ayudas estatales que sumergieron a España en una pobreza más honda. Pero a finales de los cincuenta, se decidió colocar en el ejecutivo a un grupo de personajes, supuestamente sin ideología, que llevaron a cabo un determinado número de reformas que desencadenaron en una apertura de España al mundo después de casi veinte años aislada. Aunque lamentablemente, faltarían casi otros veinte para que la dictadura llegase a su fin. Los llamados tecnócratas decidieron llevar a cabo medidas liberales en la España de la época. Una apertura socioeconómica sin igual, la liberalización de algunas empresas en uno de los regímenes económicamente más socialistas de Europa.
Al ser un régimen anticomunista, EE.UU. tenía un aliado estratégico en Europa. Aumentó la inversión extranjera en el país. Ocurrió lo que hoy pasa en muchos países del hemisferio sur. Al poseer una mano de obra mucho más baratas que todas las demás, las distintas fábricas y multinacionales se retrasladaron a España. El empleo aumentó vertiginosamente. Al mismo tiempo, los emigrantes empezaron a mandar dinero desde el exterior. Se produjo un éxodo rural y la renta per cápita española aumentó. Pasó de ser una dictadura retrógrada, intervencionista y reaccionaria, a convertirse en una nación con el ojo puesto en la democracia.
La oposición en el exilio (partido comunista, demócratas y sindicatos) se puso manos a la obra. Los españoles comenzaron a viajar, y a su vez, aumentó el turismo dentro de España. Fue una revolución industrial, de alto corte liberal. Pero mientras en España se preparaba la apertura a la democracia, en Chile se instauraba democráticamente un régimen socialista de inclinación marxista, que en tres años llevó al país a la banca rota.

Chile, del socialismo a la realidad.
La llegada al poder de Allende, el antisemita, con el Frente Popular, no fue del todo democrática. Obtuvo tan sólo un 36 por cien de los votos, mientas que el PN obtuvo un 35 y la democracia cristiana un 28 por cien. Eso significaba que el 68 por cien de la población chilena no quería a Allende en el poder. Es lo que he llamado en otras oportunidades “Democracia como arma contra la democracia”. Ese 36 por cien de los votos se obtuvieron gracias a la unión de seis partidos políticos, entre ellos el Radical.

En Chile se produjo una hiperinflación de cuatro dígitos que derivó en una cada vez más grotesca intervención estatal. Se aceptó la intervención de una milicia paralela al ejército, con miembros checos, de Corea del Norte y de Cuba, quienes intervendrían por la fuerza en propiedades privadas y se prepararían para combatir en la tan esperada guerra civil. Se comenzaron a establecer precios y el Estado comenzó a marcar el ritmo de la producción. Paralelamente, intervinieron en su totalidad a las empresas privadas, y las arcas estatales pasaron a sostener insuficientemente los sueldos mientras que a su vez aumentaba el número de desempleados. Los bienes más básicos comenzaron a escasear, ya que el Estado había sido incapaz de administrar las empresas expropiadas, y a consecuencia de esto, la producción cayó por los suelos y la cantidad de bienes también.
Posteriormente se produjo el golpe de Estado, se estableció la dictadura y comenzó otro largo período negro, que se prolongaría por casi dos décadas.

La dictadura de Pinochet, para no verse obligada a sumergirse en un sistema económico incompetente hartamente conocido por los chilenos, decidió recibir ayuda de los economistas de la escuela de Chicago, los llamados Chicago Boys.
La dictadura se convirtió en una de las más sanguinarias de América Latina. Acabó con la vida de poco más de tres mil personas y otras miles fueron salvajemente torturadas, quedándoles secuelas de por vida. Pero las reformas económicas a las que se vio obligado a acudir al final de su mandato salvaron a Chile de la banca rota, del hambre y del intervencionismo elefantista.
La izquierda chilena, durante el posterior establecimiento de la democracia (derivado de la apertura a las libertades que supuso la reforma económica y social), decidió relacionar al régimen con el liberalismo y convertirlos en idearios interdependientes. Un error al que también acudió la izquierda española para matar a dos pájaros de un solo tiro. Relacionar al liberalismo con el fascismo era la salida más sencilla, ante tan lamentable batalla ideológica.
Pero como bien se ha manifestado anteriormente, poco tiene que ver la apertura económica, la liberalización de empresas, la ampliación de las libertades individuales y la reforma de las pensiones con las persecuciones políticas y el genocidio, independientemente de su escala. Para establecer un sistema económico liberal no es necesario el uso de la fuerza, aunque para que se mantenga con vida un régimen político despótico son necesarios los sistemas económicos liberales. Y para prevenir la extinción teórica de la izquierda es necesario trasladarse hacia sistemas económicos mucho menos intervencionistas. Más democracia, más libertad, menos dictaduras y menos uso de la fuerza. A diferencia de un sistema liberal, para establecer un sistema socialista es necesaria una policía política y aplicar el uso de la fuerza para intervenir y privar la libertad.
La reforma de las pensiones llevada a cabo por los economistas de Chicago, ha convertido al modelo chileno de pensiones en uno de los mejores del mundo, si no el mejor. Los beneficios han sido mucho mejores para los particulares, han disminuidos impuestos, por lo que las riquezas se han mantenido en manos de las personas para su consumo propio. Al erradicar el impuesto, aumentan los sueldos y el PIB nacional aumenta cada año descomunalmente.

Las doctrinas han cambiado. Muchas se han visto obligadas a cambiar.
El PSOE en sus inicios fue un partido de inclinación marxista, cuyos miembros defendían el Manifiesto Comunista, la lucha de clases, la dictadura del proletariado y la intervención de la propiedad privada. Hoy es conocido como uno de los partidos más democráticos de España. Acepta la autonomía individual hasta cierto punto, acepta la propiedad privada, la iniciativa intelectual e incluso la libertad de expresión.
El Partido Radical Chileno que en 1971 decía que "es socialista y su lucha se encuentra dirigida a la construcción de una sociedad socialista. Aceptamos el materialismo histórico y la idea de la lucha de clases como medios para interpretar la realidad".
Hoy dice
en su declaración de principios que es “un partido reformista y progresista, que no participa de la violencia ni de los métodos no pacíficos (...) convencido que la realización integral del ser humano sólo puede alcanzarse en un sistema democrático, con real vigencia de las libertades públicas y observancia al Estado de Derecho. Un partido de representación social amplia, (…). Un partido que propicia el establecimiento de una sociedad justa y pacífica, que configure un Estado de Derecho social y democrático. (...) Un partido que cree en la libertad económica y en la iniciativa privada y que reconoce la importancia del mercado como asignador de recursos, pero con el mismo énfasis sostiene que el Estado debe cumplir un rol activo y regulador, eficiente y responsable en la promoción y garantía de los equilibrios sociales.

Y aunque la historia lo diga y lo repita, y los que pensaban de algún modo se trasladaron a ese terrible otro modo, continuará existiendo anhelo de socialismo, un terrible odio a la libertad y un profundo temor a la democracia. Así como pequeños monumentos de plata de algún que otro genocida, en alguna que otra estantería de alguna que otra abuelita. Muy a pesar de lo que diga la historia. Y muy a pesar de mi vida amorosa.

Monday, October 17, 2005

El Bombardero de Dulces

De los momentos más trágicos de la historia siempre podemos extraer leyendas asombrosas. En principio sólo fueron invenciones, medianamente justificadas, para subir la moral de quienes vivían su día a día en las penumbras de una guerra o de un régimen antiliberal. Pero muchas han sido ciertas y he descubierto una historia hermosísima, muy real y metafórica que no puedo dejar de pasar por alto.

Finalizada la segunda guerra mundial, como bien sabemos todos, Alemania quedó dividida en cuatro partes, y Berlín en otras cuatro. Finalmente esas cuatro partes terminaron convirtiéndose en dos: la de quienes añoraban la libertad y la de quienes vivían en libertad. La zona que rodeaba Berlín era de dominio soviético, y el régimen de Stalin decidió llevar a cabo un bloqueo total del Berlín libre para que, sumido en la miseria, se viera obligado a entregarse en las manos del comunismo.
Corría el año 1948 y Berlín era un escenario lunar: no quedaba ningún edificio en pie, todo era escombros. La pobreza en Alemania, sobre todo en Berlín, era extrema. La táctica comunista consistió en bloquear por vía terrestre toda conexión exterior con Berlín occidental. La gente empezaría a morir de hambre y se verían obligados a entregar su libertad. El hambre como arma política siempre ha sido uno de los mayores instrumentos de los regímenes totalitarios, cuando no una de sus consecuencias. En Corea del Norte se sigue llevando a cabo el hambre como arma política, el régimen nazi no dudó en utilizarla durante el Holocausto y ""la URSS "" la llevó a su máxima expresión: en Ucrania, tan sólo ahí, millones murieron de hambre durante los años 1932 y 1933.
La gente en Berlín comenzó a comerse las hojas de los pocos árboles que se mantenían en pie, roedores y alguna que otra cosa más. Lo que se podía.
De inmediato, Estados Unidos, junto con las otras potencias vencedoras, lleva a cabo una operación de abastecimiento a Berlín. Se destinaron doscientos C-47 y otros muchos C-54, que se habían utilizado en la guerra, y cada día todos volaban con víveres desde la Alemania libre al atrapado Berlín occidental. Cientos de aeroplanos, cuatro vuelos al día, el riesgo de ser derribados por los cazas soviéticos. Pero los berlineses no morirían de hambre.
Asimismo, a pesar de todos los esfuerzos de los aliados, el abastecimiento era insuficiente para toda la población de Berlín, que en aquel entonces, y a pesar de la guerra, alcanzaba los dos millones y medio de habitantes.
Es en ese momento cuando empieza la historia. Un joven oficial al mando de un C-54, el Lt. Gail Halvorsen, aterriza en uno de los aeródromos de Berlín. Observó al instante como una docena de niños miraban asombrados a los aviones y decidió acercarse a ellos. Sumido en un gesto de simpatía sacó un par de chicles que tenía en el bolsillo y los tiró hacia los niños, que se abalanzaron desesperados ante el utópico dulce. Pero Halvorsen quedó impactado al ver que los dos afortunados decidieron dividir los pequeños chicles en doce pedazos iguales, pero no se los comieron, sino que sólo con olerlo era más que suficiente. Así, como él bien decía, con “sus pequeñas manecitas” se guardaron el dulce en el bolsillo, sintiéndose aquel día los niños más afortunados del mundo.
Al llegar a su zona de abastecimiento en la Alemania libre, Halvorsen decide comprar todos los dulces posibles con sus ahorros y construye como puede dos paracaídas miniatura. Al día siguiente poco antes de tocar tierra en Berlín deja caer los paracaídas hacia el grupo de niños. Repite esto todos los días, pero el número de niños de pie frente la cabecera de la pista berlinesa es cada vez mayor.
Es ahí cuando decide crear el “Escuadrón de los Pequeños Víveres”. Un cada vez mayor grupo de voluntarios militares comenzaron a comprar todos los caramelos, chicles y dulces que hubiera y construyeron con sus propias manos cientos de paracaídas.
A Halvorsen se le unieron muchos otros pilotos, y todos los días cientos de caramelos caían desde el cielo de Berlín. Con sólo ladear el ala a la derecha, ya los niños sabían que se acercaban sus provisiones: “¡Ahí viene Uncle Wiggly Wings! ¡Se acercan los dulces!” oleadas de pequeños corrían hacia la zona de descarga. Cerca del aeropuerto había un cementerio de guerra pero a ellos no les importaba saltar sobre las temibles tumbas, que daban una tétrica decoración al lugar, con tal de recibir su provisión de dulces diaria.
The American Confectioners Association, desde EE.UU., comenzó a colaborar con Halvorsen enviando toneladas de dulces hacia Alemania. Convirtieron a una vieja estación de bomberos de Chicopee en una sede del Escuadrón de los Pequeños Víveres. Construyeron ahí miles y miles de paracaídas y fabricaron miles de dulces que fueron enviados a Halvorsen. Sus compañeros comenzaron a donar su ración alimenticia para ayudar a los niños de Berlín. La operación crecía cada vez más y se estaba convirtiendo en todo un éxito.
Cada día dejaban caer miles de paracaídas, incluso en el Berlín comunista, donde las autoridades soviéticas amenazaron con derribar si continuaban con el abastecimiento y con matar a los niños que cogieran los dulces del suelo.
En enero de 1949 Halvorsen ya había soltado más de doscientos cincuenta mil paracaídas con caramelos y dulces, y más de cien mil niños se habían beneficiado de la operación. La moral crecía cada vez más, la gente, a pesar de todo, se había vuelto más feliz. Incluso se llegaron a ver sonrisas -y lágrimas, pero de felicidad.
Las autoridades comunistas aceptaron que el bloqueo había sido un fracaso y decidieron reabrir las fronteras terrestres hacia el mundo libre. Un muro crecería pero los anhelos de libertad le superarían de inmediato.
Halvorsen recibió el Premio Cheney de 1948 por “llevar a cabo un acto de gran valor, entrega y mucho sacrificio en un interés humanitario.” Obviamente los rusos hablaron: los niños eran culpables de un terrible acto de vandalismo por destruir el cementerio sobre el que caían los paracaídas repletos de dulces.
El viejo Gail Halvorsen escribió un libro sobre el bombardeo de dulces en Berlín y hoy vive en Utah, EE.UU. La pesadilla de muchos de esos niños no finalizó hasta 1989. Otros tantos no lograron ver como se desmoronaba ese Telón de Hambre que trajo consigo la Unión Soviética. Hoy muchos añoran el socialismo, y si logran sus objetivos en el futuro no añorarán sino a un Bombardero de Dulces para subsistir entre la miseria y el hambre: el mayor legado de la filosofía de los cien millones de muertos.

Tuesday, October 11, 2005

Liberales ¿fascistas?

“He dado órdenes de que los antiguos miembros
del Partido Comunista sean admitidos en el Partido''.

Adolf Hitler.

Escribo inspirado por un artículo de Emilio Alonso, donde ni la mayéutica ni la ironía fueron necesarias para llevar a cabo esa “gran mascarada” que profetizaba Revel. Donde la sola exposición de la verdad y la simple carencia de pruebas de nuestros enemigos ideológicos, deja al descubierto muchos de los dogmas y prejuicios de hoy. Los mismos dogmas y prejuicios que hacen que renazca en la sociedad un odio demagógico hacia la libertad.

El origen de los lados políticos viene, precisamente, de la distribución que hubo en la asamblea constituyente de Francia durante la monarquía parlamentaria de 1789 a 1792.
A la derecha se sentaron los monárquicos y conservadores (Mauri, Montesquiou), en el centro los constitucionalistas “británicos” (Lafayette, Sielles), a la izquierda los defensores de la revolución, y en la extrema izquierda los que en aquella época eran conocidos como “exaltados democráticos”. Posteriormente vino la Revolución, Napoleón, De Gaulle, Hussein, etcétera, etcétera. Pero esa primera distribución ideológica quedó plasmada en el tiempo, y la historia la pulverizaría a discreción. El odio que nació entre los totalitarismos alemán e italiano con su hermano soviético fue tal que, al menos en la teoría, cada uno se desplazó a su esquina hipotética de la asamblea. Y no hace falta adivinar quién se quedaría en el medio.

Defender lo indefendible sólo se puede hacer con la mentira, porque es la única forma que tiene la progresía –y la llamo progresía- para hacer creer al mundo que existen similitudes entre los dos polos más lejanos que hay. Dos polos que en este caso ni se rozan entre sí. Aunque las similitudes entre la progresía y los movimientos totalitarios son enormes, porque, como decía antes, sus raíces son las mismas. Acudir, como se hace, a la terminología peyorativa es la peor forma de caer en la demagogia.
Ser progresista significa estar a favor de las libertades y los derechos. Alguien que cree que las libertades deben ser reducidas y los Derechos Humanos pueden ser violados no se puede hacer llamar progresista. ¿Es entonces la progresía algo moral? Irónicamente muchos de los que defienden las libertades individuales morales son férreos enemigos de las libertades individuales económicas. Hitler, por ejemplo, estaba a favor de la eutanasia y el régimen de Fidel Castro llama al aborto –práctica habitual- regulación menstrual. ¿Significa que estos hombres y sus regímenes eran liberales o progresistas? En la Europa de Hitler los judíos debían ser exterminados, y en la Cuba de Castro, los homosexuales cumplen condena por atentar contra la religión, o por escándalo público. Y lo que caracteriza a ambos regímenes es la defensa unánime de la intervención estatal económica. Pero a pesar de ser tan iguales, los movimientos de extrema derecha siempre han relacionado al liberalismo con el comunismo, y los de extrema izquierda –y de izquierda moderada- al liberalismo con el fascismo. El liberalismo será fascista o comunista a conveniencia de los fascistas y comunistas.
Absolutamente toda la izquierda siente un grandísimo afecto por Salvador Allende, ignorando que fue uno de los mayores antisemitas de América Latina. Decía en su tesis universitaria, titulada “Higiene mental y delincuencia” que había que penalizar la transmisión de las enfermedades venéreas, esterilizar a homosexuales y retrasados mentales, etcétera. Allende dijo que se trataba de un trípode legislativo en defensa de la raza. Decía que “los hebreos se caracterizan por determinadas formas de delito: estafa, falsedad, calumnia y, sobre todo, la usura”. Asimismo, las Juventudes Comunistas de Chile defienden la libertad de los presos políticos de Mapuche, pero apoyan el encarcelamiento de presos políticos en Cuba y Venezuela. Se hacen llamar defensores de los Derechos Humanos, pero su principal referente fue uno de los mayores antisemitas de América. ¡Incluso se hacen llamar antifascistas!
Gran parte de la izquierda europea que está a favor del matrimonio homosexual, rinde grandísimo tributo a Salvador Allende y Fidel Castro. Incluso una miembro de Amnistía Internacional, militante del PSOE por cierto, fue agredida físicamente en la fiesta de las Juventudes Comunistas, en Madrid, por haberle preguntado al embajador cubano sobre los Derechos Humanos y la situación de AI en la isla. ¿Entonces a qué altura está el fascismo liberal, en comparación con el progresista?, me pregunto yo.
¿Por qué la izquierda progresista cae en el mismo juego de la izquierda extremista de acusar a los liberales de “fascistas”, cuando las similitudes entre el socialismo y el fascismo son majestuosas?
Se le llama neoliberalismo salvaje, ultracapitalismo, incluso ultraneoliberalismo, aunque todos significan Liberalismo, máximo defensor de las libertades y los derechos.
¿Por qué no se le llama a ellos ultraprogresistas o neocomunistas? Simplemente porque no hace falta acudir a los insultos, a la demagogia, y a las mentiras peyorativas para hablar de los simples comunistas y de los simples fascistas, que como su nombre indica, no son más que lo que son y no serán más de lo han sido.
No pueden defender su ideología y combatir la libertad si no es con los prefijos, los insultos ¡y el echarnos encima a todos sus muertos! Nos comparan con Hitler, y los defesores de Hitler nos comparan con Engels, y luego con Heidegger o con Nietzsche, O con Mussolini, editor del seminario “La lotta di classe” (La lucha de clases) quien en sus inicios fue militante del ala radical del Partido Socialista. O simple y lisamente con el que vean que apunta al lado contrario de su ideología.
A la gente le encanta crear vínculos, sobre todo en España, con Bush y su familia y el régimen nazi o el KKK. Mientras que el tío de Hussein, Jairallah, que lo ayudó a llegar al poder sí fue simpatizante del régimen nazi.
Los socialistas siempre tendrán encima el peso de su historia y sus cien millones de muertos, los fascistas tendrán también el peso de su historia, con sus sesenta millones de muertos. Mientras que los liberales fueron quienes acabaron con ambos regímenes. Porque un par de años antes de que cinco mil niños americanos se suicidaran en las playas de Normandía para salvar a Francia, Stalin y Hitler firmaban un tratado de paz. Derrotamos al socialismo y al fascismo, y somos llamados comunistas y fascistas a conveniencia. Somos la principal víctima de la guerra entre dos hermanos gemelos. Los extremos se tocan, y muchas veces mueren juntos. Pero esos extremos tienen en sus manos al arma más peligrosa de todas: la mentira. Y en ella se basa su balbuceo demagógico.

Friday, October 07, 2005

Democracia como arma contra la democracia

Uno de los discursos más pronunciados por los antiliberales como propio ha sido el de la democracia y las mayorías, pero su uso es a conveniencia de unas mayorías exquisitamente seleccionadas por discrepar con lo políticamente incorrecto; las mayorías que les convienen. Esas mayorías democráticamente elegidas poseen lazos históricos fortísimos que las relacionan, en sus raíces ideológicas, en su historia y en su esencia, con los actuales movimientos políticos europeos que tienden al acomodamiento y el parasitismo. Y a consecuencia de esto, simple y llanamente ya no sólo existen los modestos elogios, tímidos, indirectos y lejanos, sino que ha nacido un neolateralismo entre los muy democráticos populismos borbónicos del hemisferio sur con los grandes Estados burocráticos del viejo continente. Ahora, además de los extremos, son las raíces quienes se acarician sutilmente. Es como el darwinismo o la genética. Dichas doctrinas parten de un mismo supuesto epistemológico sobre las relaciones sociológicas, y a partir de esa concepción de la realidad, se adecuarán a sus determinadas circunstancias: el marxismo se convierte en estatismo moderado, pueden después aplicarse las ideas keynesianas y dar aparentes resultados en determinados momentos, y finalmente ese marxismo reaccionario se convierte en una blanda socialdemocracia, aunque con poder suficiente para crear todo un déficit económico e intelectual con la pujanza asaz de convertir a las sociedades de nuestra era en núcleos acomodados al servicio del Estado. Y la independencia de la persona para llevar a cabo su gestión vital se ve cada vez más reducida a lo estrictamente íntimo. Ese es el pequeño paso que hay entre el socialismo científico y el elefantismo estatal de hoy.
En la primera mitad del siglo XX, el socialismo nacionalista alemán y el fascismo italiano partían de los mismos supuestos que las otras doctrinas totalitarias antes nombradas, pero aún así, estas dos doctrinas llegaron a convertirse en enemigas ideológicas sin precedentes de sus equivalentes soviéticas. Ningún sistema totalitario dio resultado, y su desmoronamiento fue autoinducido. Los totalitarismos perecieron, precisamente, porque quedaron muy por detrás de su tiempo, pero volvían a caer en el mismo error cuando nuevamente Europa se fundía en el semitotalitarismo de hoy.
Lo verdaderamente grave es que la gente se ha acostumbrado a la parcial donación de capacidades y capital. Incluso en la sociedad de hoy se llega a sentir pánico cuando se habla de autonomía vital. Pero antes que nada debemos descubrir qué es exactamente la democracia:
La democracia es la doctrina constitucional que defiende la intervención de la sociedad en el gobierno. Eso quiere decir que es el pueblo en su totalidad quien elige a los miembros que deben conformar un gobierno en el caso de que sea una democracia representativa; o es el pueblo el que participa directamente en los asuntos del gobierno si se trata de una democracia directa. Ahora bien, sobre el sustento de la democracia hay tres conceptos base fundamentales: la soberanía popular, la libertad individual, la libertad jurídica y la igualdad jurídica. Y todos estos conceptos se pueden resumir en una simple palabra: Autonomía.
La autonomía no es utópica ni partió de una hipótesis, la autonomía es el sustento de la democracia porque, como seres humanos, hemos evolucionado hasta el punto de poder tomar nuestras propias decisiones. Somos seres sociables, observadores y muy inteligentes. Y por eso ha nacido en nosotros nuestra autonomía vital. Y lo que es más sorprendente aún: nunca pensamos igual. Nuestras capacidades nos han hecho lograr que de nuestras realidades subjetivas podamos armar un mundo sumamente objetivo. De nuestra diversidad podemos crear un equilibro.
Igualdad jurídica significa que debemos ser iguales tan sólo en dos supuestos básicos. La igualdad de oportunidades y la igualdad de derechos. En nada más somos iguales. Cuando no se respeta la igualdad de oportunidades, no sólo se está favoreciendo a un sector sino que paralelamente se está incapacitando a otro para que pueda realizarse sociológicamente y desenvolverse económica, cultural y socialmente en el mundo. No debe ser Por Igual, sino Desde Igual hasta donde deseemos. No hay límites.

Luego, los movimientos que no creían que la democracia fuera la salida, tuvieron que irse desplazando obligatoriamente hacia ella, transformándola sobremanera en una pseudo-democracia. En la democracia defectiva, incompleta, que nos limita exesivamente.
Por ejemplo, lo que piense la mayoría no es siempre lo correcto. El acto democrático deja de ser democrático cuando se atenta contra los sustentos de la democracia.

Entonces, el socialismo nazi por muy democráticamente que hubiera llegado al poder no fue un movimiento democrático. Es difícil que una democracia popular continué siendo democracia cuando las libertades de quienes en teoría la componen se ven limitadas. Por lo que un régimen que limita las libertades, como los es un régimen socialista, nunca podrá ser democrático porque siempre estará restringiendo la autonomía y por tanto, la esencia democrática.
Otro ejemplo claro de democracia como arma contra la democracia es Venezuela. Por muy democrática que fuera la elección de Hugo Chávez, la sola expropiación de las posesiones privadas, la intromisión del Estado en la educación convirtiéndola en un instrumento ideológico, la autarquía y la censura de prensa, expresión, conocimientos y circulación, ya rompen por completo con la idea básica de democracia.
Aunque la elección profundamente democrática de Hitler fuera la mayoritaria en Alemania, no quiere decir que fuera democrática la erradicación de los judíos o los enfermos mentales alemanes, ni mucho menos era democrática la invasión injustificada de Europa, ni muchísimo menos, siguiendo el mismo patrón, el exterminio de una etnia. Pero Hitler llego al poder gracias a la democracia.
Podríamos votar todos los europeos para que un tercio de nuestro sueldo sea destino al Estado, o que las personas con un número determinado de propiedades se vean obligadas a ser expropiadas, o para financiar un medio de comunicación con el que discrepamos muchos, o simplemente podríamos votar para justificar el terrorismo o crear nuevos países, y sería esto tan democrático como lo fue el pueblo alemán en 1934 y el pueblo venezolano en 1998.

Wednesday, October 05, 2005

Las mentiras del Katrina

A primera vista cualquiera que se interese en lo mínimo por la catástrofe del Katrina sacará a relucir el ya tan típico chivo expiatorio europeo. Incluso yo, los primeros días no me lo podía creer. La realidad es clara. América está pagando las consecuencias de haber contaminado el planeta hasta dejarlo sin aire, naturaleza y animales. Además, su política económica ultraneoliberal, ha convertido al Estado en un pequeño niño desnutrido sin dinero para asumir gastos y cuyas últimas reservas se destinaron a la guerra de Irak donde murieron otros cien mil niños inocentes por petróleo, para que Bush hiciera negocios. Todo cobra sentido. En Nueva Orleáns el gobierno federal reaccionó sumamente tarde y murieron otras cien mil personas, sobre todo porque eran negros y muchos miembros del gobierno (entre ellos Condoleezza Rice, secretaria de Estado afro-americana natural de Louisiana, Carlos Gutierrez, secretario de Comercio, cubano de nacimiento, Elaine Chao, asiático-americana y secretaria de Trabajo y Alberto Gonzales, secretario de Justicia, latino) son miembros del KKK. Los aliados de las civilizaciones lo dicen alto y claro: ha sido un castigo de Alá. Y de haber ocurrido en España, el gobierno y sus fuerzas de seguridad habrían reaccionado de la forma indicada. Es una prueba más de la incompetencia de Bush.
Pero la verdad, muy a pesar de Europa, es otra:

Katrina: información y reacción.
La población de Nueva Orleáns en 2000 alcanzaba los 484.674 habitantes, de los cuales unos 400.000 eran afroamericanos mientras que los restantes de raza blanca. Y el gobierno federal, antes que del KKK, parece de Benetton.
Tres días antes del Katrina, el gobierno federal informó a la alcaldía regional y al gobierno del Estado que Nueva Orleáns debía ser completamente desalojada. A partir de ahí la gestión del alcalde fue un completo desastre. Los autobuses con los que se debía realizar la evacuación, no fueron utilizados a su máximo rendimiento, algunos ni fueron utilizados. Cientos de autobuses terminaron quedándose en la ciudad. El alcalde Magin era el responsable de llevar a cabo la evacuación. Además de que asumió responsabilidades, la evacuación era competencia de la alcaldía. La oficina de emergencia del alcalde y el gobierno de Louisiana se pusieron manos a la obra y mantuvieron contacto directo con el Centro Nacional de huracanes ¡No era competencia del gobierno federal! Pero asimismo Bush telefoneó a la gobernadora para que aceleraran el paso y además se quiso mantener constantemente informado de la situación. Según el alcalde “la ciudad de Nueva Orleáns va a utilizar todos los recursos disponibles para poder realizar una evacuación segura y rápida de las zonas afectadas.” Pues bien, la ciudad tenía suficientes autobuses de tránsito y escolares para desalojar a 12.000 personas. Pero el alcalde no los quiso utilizar. Doce mil se quedaron, gran parte decide quedarse.

Consecuecias.
La catástrofe es colosal. Y siendo una ciudad con una población reducida, el equipo de Magin se vio incapaz de realizar la evacuación correctamente. Supuestamente se evacuan a 500.000 personas, muchas (curiosamente más de la población total en 2000). La ineficiencia del trabajo empieza a dar sus frutos. El alcalde calcula que habrá unos 10.000 muertos. Magin dice antes de la tragedia que “se llevarán a cabo acciones especiales para evacuar a las personas que no se puedan valer por sí mismas, o que requieran asistencia médica.” Pero descubren que muchos enfermos fueron abandonados en los hospitales. Aparecen 45 cadáveres en el Memorial Medical Center.
La evacuación de Houston es asombrosa. En pocas horas logran escapar de la ciudad cinco millones de personas, nueve veces más que la población de Nueva Orleáns. Todo funciona perfectamente. Al mismo tiempo, el Gobierno federal envía a Louisiana a la Guardia Nacional para que colabore en el reestablecimiento del orden y con las labores de rescate. Pero la gobernadora se niega, dice que no necesita ahí a la Guardia Nacional. Los refugiados son enviados por el alcalde al Superdome y al Convention Center, sin seguridad, sin provisiones, ni agua ni comida. La situación se agrava y los saqueos y la delincuencia van en aumento.
La misma gobernadora que se niega a recibir a la NG un par de días antes, le suplica a Bush 40.000 efectivos de estas fuerzas. El gobierno accede y logran estabilizar la situación. El Estado raquítico lanza un programa benéfico para Nueva Orleáns. El sector privado, entre particulares y empresas, dona doscientos millones de dólares para afrontar la catástrofe. Instituciones benéficas, como el Ejército de Salvación, la Cruz Roja y miles de voluntarios, se establecen en el lugar. Beneficencia y humanismo, nada de Estado de bienestar, ni mucho menos parasitismo.
El gobierno aprueba un presupuesto estatal enorme para la tragedia, pero los particulares, el sector privado, sin que nadie les obligue ya ha dado bastante. Asimismo, se comienzan las labores de reconstrucción. El área afectada ocupa 90.000 millas cuadradas. Es decir, 144.840 kilómetros cuadrados, y además, pocos días más tarde le sigue otro huracán, pero la Nación curiosamente resiste.
De los 10.000 muertos que estimó el alcalde murieron tan sólo 964. Pero fueron 964 muertes perdidas innecesariamente, gracias a su magnífica gestión con ayuda de la gobernadora, ambos demócratas. Y gracias también a esa malévola idea americana de que “uno es dueño de sí mismo”. Así que no se pudo hacer nada con los ultra-utilitarias afroamericanos que se quisieron quedar.

España y Venezuela.
Lourdes Muñoz planeó escapar de Nueva Orleáns con su familia por vía aérea el día 28, pero como era de esperar, todos los vuelos estaban cancelados. Intentan buscar otro vuelo o incluso alquilar un coche pero todo está cerrado. En el Ministerio de Exteriores –el español-, le aconsejan quedarse en el Hotel, ya que un edificio grande puede aguantar el huracán. Hacen caso. Y me imagino que esperan a que el señor Keynes les toque la puerta de la habitación para ser desalojados en un espacioso autobús rojo, propiedad del Estado. Aunque lamentablemente no fue así, y tuvieron que experimentar eso que llaman autosuficiencia, y como buenos españoles que son, hicieron buen uso de su parasitismo: antes que nada debemos mantener nuestro estado de bienestar, no perdamos el control, como bien dijo el ministerio ¡quedémonos aquí! Y se quedaron.
De haber ocurrido la catástrofe en España habríamos muerto todos. Tan sólo se hubieran salvado las comunidades de la península cantábrica y habríamos tenido que escapar a Portugal en nuestro consorcio de autobuses. El presupuesto destinado a las subvenciones cinematográficas se habría destinado a las bolsas negras para cadáveres. Y muy probablemente, a consecuencia de ello, se habría producido una huelga en el sector audiovisual. Pero no pasó aquí, por suerte. Por suerte, repito, pasó en EE.UU. En azul la zona debastada por Katrina
Chávez obviamente criticó la acción de Bush. Pues bien, para diciembre de 1999 Venezuela se enfrentó a la peor catástrofe natural de su historia. Llovió durante tres días en el Estado Vargas y el presidente, antes que preparar una evacuación se mantuvo en vilo: eran las elecciones presidenciales y Vargas tiene una mayoría chavista. No convenía cerrar los colegios electorales.
La lluvia según algunas cifras sitúa a las víctimas en más de diez mil. El sector privado fue el más competente: todo el que tenía helicóptero, un todoterreno o una moto colaboró en la búsqueda. Pero el Estado se vio incapaz de asumir las consecuencias, al igual que en Estados Unidos, como bien dicen. Qué contradictorio.

Monday, October 03, 2005

Los muertos de Chávez

Ningún sistema socialista puede
ser establecido sin una policía política
.
Wiston Churchill
Un "escuálido" muerto.
En una situación como la del 11 de abril de 2002, lo único que podía sentir la gente era impotencia. Esa mañana cientos de miles de manifestantes salieron masivamente a las calles pidiendo libertad en Venezuela. Eran personas de todas las edades y todas las ideologías políticas. Iba a ser la mayor manifestación desde la caída del muro de Berlín. Una manifestación pacífica contra el abusivo maltrato y la descomunal represión chavista, tras los despidos de PDVSA, y tras ver como Venezuela se convertía día a día en tierra de miseria.
La manifestación fue reprimida por los simpatizantes del gobierno y la policía militar. Murieron decenas de personas. Hubo un gran número de desaparecidos, mil heridos y trescientos cincuenta detenidos.
Chavistas disparando contra la oposición
Antes de llegar al sector de Puente Llaguno, los manifestantes comenzaron a recibir disparos desde lugares desconocidos. Muy cerca de ellos había un grupo de apoyo del Presidente Chávez. La Policía Metropolitana, al percatarse de que los manifestantes están siendo atacados y de que ya hay un número considerable de víctimas, decide abrir fuego contra los chavistas, quienes supuestamente trataban de reprimir la manifestación de forma “pacífica”. Estos tienen consigo armas de fuego y se defienden de la policía. A la altura de Puente Llaguno, periodistas de Venevisión logran grabar a un grupo de nueve personas armadas, entre ellos un concejal del oficialismo, disparando desde el puente. Según la prensa chavista se defendían de los disparos de la policía y de los “francotiradores de la oposición”. Nelson Eliécer Zambrano Echeverría, de 26 años, resulta muerto en el estacionamiento del Palacio Blanco. No era ni policía ni francotirador. También logran matar a Luis Alberto Caro, quien ya casi había llegado al Palacio de Miraflores.
José Vilas, el gallego fusilado por la GN, un minuto antes de perecer.
La Guardia Nacional recibe la orden de reprimir la manifestación. No llevan armamento antidisturbios, sino que cargan consigo fusiles reales y gases lacrimógenos. Mientras tanto el ciudadano español José Manuel Vilas intenta huir de la GN cuando inesperadamente recibe varios disparos de un FAL (arma militar venezolana) en la espalda, el impacto de las balas le destruye los órganos internos y la columna vertebral. Lograron tomar imágenes de lo sucedido.
En ese momento el gobierno decide llevar a cabo una operación de contrainformación, Chávez interviene todas las televisoras nacionales y comienza a pronunciar un discurso político muy cargado de humor venezolano. Pero las televisiones privadas se ponen de acuerdo y comienzan a transmitir la masacre al mismo tiempo que la cadena oficialista. El pueblo se había unido contra el gobierno. Un grupo de oficiales del ejército pide la dimisión del presidente Chávez. Pero al mismo tiempo continúa la represión de los grupos chavistas y la guardia nacional. La GN arrojaba gases contra los niños y ancianos sin distinción y propiciaban palizas a los manifestantes. Los distintos círculos chavistas disparaban contra la multitud en la calle, se descubre que, además de los pistoleros de Puente Llaguno, hay francotiradores en distintos edificios de la capital. Esa noche se lleva a cabo un golpe de Estado contra el gobierno, pero tras las presiones, Chávez regresa al poder tres días después.
Mueren 19 manifestantes. La policía logra abatir a varios simpatizantes chavistas y la Guardia Nacional logra matar a inocentes civiles.
No ha sido la única manifestación en contra del gobierno: éstas se han ido sucediendo casi a diario. Los llamados cacerolazos, las marchas, las huelgas. Durante las manifestaciones del 11 de abril, se detuvo ilegalmente a distintas personalidades, desde miembros de la oposición con cargos públicos hasta simples civiles manifestantes. Las medidas del gobierno a posteriori han sido las más autoritarias del continente. Se reprimió la libertad de prensa, hubo persecución política, incluso hubo represión hacia quienes habían votado contra Chávez en el referendo. En las posteriores manifestaciones la represión ha sido la misma.

Ejecuciones extrajudiciales.
Recordemos que en la terrible dictadura de ""Pinochet"" fueron asesinadas tres mil personas. Pues bien, desde que Chávez asumió el poder se han denunciado cinco mil quinientos veinte (5.520) asesinatos por policías chavistas. Es decir, ejecuciones extrajudiciales. Podemos llamarlos si así deseamos “fusilamientos”. Aunque son seis mil ciento veintisiete (6.127) las víctimas debidamente identificadas que han perecido en ejecuciones extrajudiciales. Es decir, que en siete años de gobierno, Chávez ha matado dos veces más que Pinochet en dieciocho años de dictadura. También se tiene conocimiento de los secuestros llevados a cabo por miembros de la policía venezolana. Pero en total se le han abierto expedientes a 3.244 policías regionales, otros 1.185 al CICPC, las policías municipales sólo han fusilado a 634, y la policía militar (Guardia Nacional) a 132 inocentes.

Ese es el precio de la vida de un "escuálido oligarca".

Bajas del golpe de Estado de Chávez.
El 4 de febrero de 1992, Chávez y sus camaradas del MRB llevan a cabo un golpe de Estado contra la democracia. Según Wilkipedia –perdón que la nombre tanto- el golpe fue legítimo debido a la mala gestión gubernamental de Acción Democrática y porque, según ellos, “Pérez lleva a cabo una política neoliberal que profundiza los problemas de la mayoría de la población”. Asimismo, el golpe de Estado contra Chávez no fue legítimo, a pesar de que los únicos que derramaron sangre fueron los manifestantes de Caracas. En el golpe de Estado de Chávez se obtuvieron dos cifras de bajas, la oficial, que las sitúa en 14 muertos y 53 heridos, y la extraoficial es de 50 víctimas y 100 heridos. Como el precio de 14 vidas -o 50- es mínimo, Chávez estuvo en prisión tan sólo dos años y fue indultado por Caldera, posterior presidente socialcristiano.

Los que mueren en manos de la delincuencia.
La cifra de homicidios ha aumentado considerablemente con Chávez. Siempre lo digo y esta vez no está de más recordarlo. La catastrófica gestión del gobierno con sus fuerzas de seguridad ha hecho que la delincuencia aumente de manera descomunal en Venezuela. Es una carnicería lo que está ocurriendo en Venezuela. Cada año mueren doce mil personas.


Desde 1998, año de Chávez, a 2003, últimas cifras, han sido asesinadas cuarenta y siete mil cincuenta y cuatro personas (47.054). En 2004 se estima que el número de víctimas haya superado las doce mil (12.000) y para 2005 los trece mil (13.000). Es decir, que hasta ahora han sido asesinadas unas setenta mil personas. El despilfarro gubernamental ha hecho que los crímenes policiales aumenten. Actualmente un policía de Baruta, por ejemplo, cobra 650.000 bolívares mensuales, que son exactamente 241 €. Con ese sueldo oficial no se puede mantener una familia, ni pagar un alquiler, ni comprar la comida. No se puede hacer nada. Así pues, los policías hacen su agosto con la extorsión, el crimen y los sobornos. Los asesinatos con Chávez han aumentado un 142 por cien. Se les ha ido de las manos.


Libertad para los presos políticos.
Los presos políticos se han quejado de terribles torturas, pero poco se puede hacer por ellos, sino seguir manifestándose para que la Guardia Nacional siga fusilando a discreción. La policía política, la policía militar, sigue torturando y asesinando. Y Chávez se sigue riendo de los venezolanos. Pero las cifras son claras y los resultados, terribles. Gracias a Chávez unas setenta y seis mil quinientas (76.500) personas han desaparecido del mapa para siempre. ¿Cuántos habrán muerto de hambre?, ¿Cuántos números aún nos ocultan?, ¿Cuántos muertos serán necesarios para lograr la revolución bolivariana, el socialismo del siglo XXI?
La cifra será más de lo que muchos podemos soportar.