Venezuela ¿El país más democrático de América Latina?
Respondo con notable indignación y cierta ironía a un artículo escrito por Alberto Montero Soler, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga. En su artículo Montero intenta demostrar que Venezuela, a través de datos objetivos pertenecientes a encuestas sociológicas, es el país más democrático de América Latina. Los venezolanos, por esa razón, están sumamente satisfechos y la prensa, obviamente, intenta silenciarlo a como dé lugar.
Se trata de una ilustración más que eminente de la demagogia pedagógica española, donde hace gala de los sostenes típicos del correcto buen pensar de hoy. Desmentir el artículo, aunque en vano para quienes lo creerán hasta el día de su muerte, servirá de ayuda para que se entienda de forma objetiva y coherente, desde el punto de vista de alguien que lo ha vivido y desde una perspectiva inatacable, como el régimen político de Hugo Chávez ha sido uno de los peores de Venezuela y Latinoamérica, y sus consecuencias han sido titánicamente catastróficas.
Montero dice que Venezuela es «un país cuya democracia y las condiciones en las que ésta se desarrolla están siendo continuamente puestas en tela de juicio por parte de los mismos medios de comunicación que, ante esta noticia, han optado por ignorarla. Si tan preocupados dicen hallarse por la salud de la democracia venezolana, deberían haber acogido con alborozo el dato de que la mayoría de los ciudadanos de ese país manifiesten que viven en una sociedad democrática y, consiguientemente, deberían haberle otorgado a esa información la difusión que merece.»
Según el profesor Montero, la prensa intenta esconder los logros de la democracia venezolana, transmitiendo únicamente lo que quiere transmitir. La prensa española, a diferencia de la de muchos otros países, es una de las más favorables al régimen político de Hugo Chávez.
Uno de los principales objetivos en política exterior del gobierno fue mejorar las relaciones con Venezuela y Cuba. Según el gabinete español, un acercamiento a estos regímenes colaboraría en acelerar el proceso democrático.
Gran parte de los medios de información españoles, al ser cercanos al PSOE -como lo es, por ejemplo, el grupo PRISA- han sosegado muchísimo la información para suavizarla en el panorama político y social español. Del mismo modo, muy a pesar de Montero, no se ha podido plantar cara a lo que es evidente. Es por eso que se han llegado a publicar editoriales en El País como la siguiente: «16 mártires de la democracia, muertos a balazos el pasado jueves por manifestarse en la calle contra el ex presidente Hugo Chávez. El País, 14 de abril de 2002. »
En referencia a 16 de los 19 manifestantes asesinados por simpatizantes chavistas el 11 de abril de 2002, habiendo descubierto que uno de los pistoleros era el concejal chavista Richard Peñalver, quien nunca pasó a disposición policial y cuyos compañeros fueron liberados un par de meses más tarde. Esos mártires de la democracia, como muy bien citaba El País, fueron acribillados por la Policía política venezolana, políticos venezolanos y simpatizantes del oficialismo venezolano, simplemente por manifestarse en contra de un régimen que ha traído pobreza, hambre, delincuencia y servidumbre a una tierra que antaño fue, y lo demostraré mas adelante, una Democracia.
Habría sido mejor, según Montero, que nada de eso se hubiera publicado, o, por qué no, haberlo hecho de una forma más favorable a la democracia chavista. El profesor Montero cae en el juego de la democracia como arma contra la democracia, enfatizando, como buen absolutista y sin contrariedad, que cuando la mayoría toma una decisión es porque se trata de la decisión correcta.
Pero ¿Qué pasa con la prensa venezolana? ¿Cómo viven y qué dicen los periodistas dentro de Venezuela?
La Ley de Contenidos, mejor conocida como “Ley Mordaza” le otorga al gobierno el control político de todos los medios de comunicación tanto públicos como privados, para regular sus contenidos.
A consecuencia de esto, el gobierno tiene el total derecho de censurar los contenidos que, de forma subjetiva o generalizada, discrepan con el oficialismo, y de ese mismo modo, puede imponer fortísimas sanciones contra medios o particulares ajenos al pensamiento chavista. Esta Ley, profundamente democrática, y a pesar de ello, entra en conflicto con los Artículos 57 y 58 de la Constitución de Venezuela, los cuales aseguran la libertad de expresión de todo venezolano y la ilegalidad de la censura de la radio y televisión.
La Ley también promueve la autarquía regulando los contenidos internacionales dentro de Venezuela y obligando a los medios privados transmitir lo que el gobierno chavista exige. Siguiendo el mismo patrón, los periodistas opositores al presidente Chávez, son víctimas de la persecución política y corren un constante peligro de muerte. No tan lejos de ahí, aunque con un mayor talante, el profesor Montero afirma:
«Pero es que, además, el 56% de los venezolanos reconocen que se encuentran muy satisfechos con esa democracia; mientras que tan sólo el 43% de los chilenos, el 29% de los colombianos o el 24% de los mexicanos muestran satisfacción con sus respectivos sistemas, y la media latinoamericana apenas llega al 31%.»
Puede haber un paso infinito entre la satisfacción democrática y la realidad democrática. Cuando Hitler ganó en 1934 las elecciones a la cancillería, el pueblo alemán fue, sin duda, profundamente democrático. Gran parte de los demócratas alemanes lo fueron incluso hasta 1945, cuando la democracia, por arte de magia, desapareció. Pues bien, este es el más terrible sofisma dialéctico en el que entra el profesor. Veamos cómo funciona la democracia en Venezuela:
Las últimas elecciones presidenciales en Venezuela obtuvieron un record de abstención histórico sin precedentes. En 2000, el 76% de los venezolanos decidió no ir a votar. Es decir, que el acto democrático sólo lo realizó un 24% de los que estaban llamados a las urnas. En el referendo revocatorio contra el presidente Chávez la abstención fue del 54,06%, aunque un 71,21% de los que votaron lo hicieron en contra del presidente Chávez. Pero ese afán de no votar no ha perecido en el tiempo. En las últimas elecciones municipales, celebradas el 10 de agosto de 2005, la abstención fue del 68,6%. Es decir, sólo un 31,4% de los venezolanos llamados a las urnas decidió participar en el proceso democrático.
Pero por encima de ello, un 56% de los venezolanos sienten satisfacción democrática, aunque sólo entre 2 y 3 de cada 10 participan en el proceso democrático. ¿Y que pasa con esos países sumamente pesimistas como Chile, Colombia y México?
En México el porcentaje de participación en el proceso democrático de 1997 fue del 57,67%. La abstención siempre ha sido mínima. En 1984 fue del 33,13% y en 1994, más recientemente, la abstención democrática tan sólo fue del 24,15%.
En Colombia un 47% de los llamados a las urnas, votaron en las elecciones presidenciales de 2002. Es decir, que a pesar de una alta abstención, la actividad democrática es un 16% mayor que la de Venezuela.
En Chile, cuya satisfacción democrática es mínima, un 82,71% de los chilenos acudieron a las urnas. Es decir, que más de 8 de cada 10 chilenos votaron en las elecciones.
Esto es, en Venezuela existe una profunda satisfacción democrática pero una mínima participación en el proceso democrático. La gente no vota porque ha dejado de creer en la democracia, y eso es algo reciente. La media de satisfacción democrática en América Latina es, según los datos del profesor Montero, del 31%. Pero Venezuela es el país con menor participación en el proceso democrático que hay en Latinoamérica. Las cifras citan que el grado de participación, de mayor a menor, en algunos países latinoamericanos, es el siguiente:
Uruguay (91,8%); Chile (90,6%); Paraguay (80,5%); Brasil (78,5%); Bolivia (71,3%); Ecuador (70,1%); Costa Rica (69,5%); México (63,3%); Colombia (45%); Guatemala (40,3%); El Salvador (38,5%) y Venezuela (31,4%).
Pero Montero continúa afirmando que «esa satisfacción no ha dejado de crecer en Venezuela desde la llegada a la Presidencia de Hugo Chávez. Mientras que en 1996 tan sólo el 30% de los venezolanos afirmaba encontrarse satisfecho con la democracia.»
Dichas cifras tan redondas afirman que antes los venezolanos se sentían “menos satisfechos” con la democracia en Venezuela. Pero a pesar de ello, la participación democrática era mucho mayor antes de Chávez. Veamos.
Desde el inicio de la democracia en el país en enero de 1958, los datos de abstención fueron, incluso ese año, del 6%, y en posteriores elecciones tan sólo del 3%. Así hasta que pasados los años ochenta ésta alcanzó un 12%.
En las elecciones de 1988 la abstención fue del 18%. En 1993, poco después del Golpe de Estado chavista, lo fue del 39%. Y en 1998, año de Chávez, del 36%. A partir de entonces la abstención democrática se ha duplicado, alcanzando en las últimas elecciones presidenciales un 76%. Pero curiosamente, según los datos de Montero, la gente “está satisfecha”:
«Pero no sólo es que los venezolanos consideren, por encima de casi todo el resto de latinoamericanos, que viven en un entorno democrático y valoren positivamente la labor del Presidente Chávez, sino que también resulta que son, tras los uruguayos, quienes más creen –un 68%- en que las elecciones son el mecanismo más adecuado para alterar el estado de cosas de cara al futuro.»
La diferencia entre creer y ser es muy simple. Mientras que los venezolanos piensan que las elecciones son el mecanismo más adecuado para alterar el estado de las cosas de cara al futuro, sólo 2 de cada 10 hace uso de la democracia representativa. Los uruguayos, al igual que en Venezuela, creen en la democracia, pero a diferencia de Venezuela, son 9 de cada 10 quienes hacen uso de ella. En este caso existe un terrible paso infinito entre la opinión y la acción. Y un país es democrático cuando hace uso de la democracia, no sólo cuando sus gentes opinan que la democracia es algo positivo.
Es por eso que los que valoran positivamente la labor de Chávez son los mismos que dicen que Venezuela es un entorno democrático.
Posteriormente el profesor defiende demagógicamente la educación chavista: «Por un lado, la ímproba tarea de alfabetización de una población que hasta ahora había sido manifiestamente marginada y a la que se le habían negado los instrumentos básicos para la comprensión, no ya de la política, sino del propio mundo y la sociedad en la que se desenvuelve. Un esfuerzo que ha posibilitado que casi un millón y medio de personas hayan podido ser alfabetizadas en apenas dos años, permitiendo que Venezuela sea considerada por la UNESCO como “territorio libre de analfabetismo”.»
La afirmación es tajante. En Venezuela ahora la gente sabe leer y escribir gracias a la ayuda cubana. En la tierra de Cervantes la tasa de alfabetización es del 96%. Es decir, que España no es aún territorio libre de analfabetismo.
La tasa de alfabetización de Venezuela, según la UNESCO, es del 93%. Eso significa que, sin ser territorio libre de analfabetismo, ha aumentado un 3% desde la llegada de Chávez al poder, aunque no ha sido una tarea completamente oficialista. Organizaciones privadas como Fe y Alegría y Cespad alfabetizan cada año a miles de venezolanos. De hecho, su contribución ha sido competitiva con la alfabetización cubana. Pero este artículo no pretende negar que hoy un 3% más de venezolanos puedan leer y escribir, sino que no todos lo hacen por obra y gracia de la Revolución. Fe y Alegría alfabetiza cada año a más de 10 mil personas, y el trabajo realizado por Cespad desembocó en un premio UNESCO de Alfabetización.
En Venezuela, el 48,8% de las mujeres mayores de 55 años son analfabetas. En el Estado de Portuguesa la tasa de analfabetismo es del 11,2%, en el Estado Apure la tasa de analfabetismo es del 12,9%, en Barinas es del 10,8%, en Sucre del 10,6% y en Guárico del 10,2%. En el territorio libre de analfabetismo según la UNESCO, hay más de dos millones analfabetos (en una población de 23 millones). Asimismo, los resultados de la fuerte misión educativa politizada son el terrible aumento de la delincuencia estudiantil, de la pobreza y el desempleo en el país. Hoy hay más gente que sabe leer y escribir pero mucha menos gente con un empleo que le da para comer.
Además, el admirable profesor Montero afirma que «no debe desestimarse tampoco la importancia de la labor pedagógica que su Presidente realiza periódicamente a través de un programa televisivo del que tanto escarnio se hace tanto fuera como dentro de Venezuela, el popular “Aló Presidente”.»
De Aló Presidente se pueden extraer frases pedagógicas como: "es malo ser rico"; “algunos dicen que yo soy un tirano... muchos dicen que en Cuba hay una tiranía. No, en Cuba hay un proceso liberador”; “ustedes deben cuidarme bien, que no me dé ni gripe”; “convertiré el sucio río Güaire en el Támesis"; "no se meta conmigo, porque sale espinao" (al presidente Fox); “caballero, no se incluyó en el documento la propuesta suya, fue derrotado caballero, nocaut ‘gentleman’, nocaut sir”, (al presidente Bush); "si siguen habiendo niños con hambre en las calles, me dejo de llamar Hugo Chávez"; “¿referendo revocatorio pa’ Chávez? ¡Ni de vaina!”. "Maria Isabel, esta noche te voy a dar lo tuyo" (en referencia a que iba a tener relaciones sexuales con su esposa esa misma noche).
Pero a pesar de la profundísima y exquisitamente culta labor pedagógica del Presidente Chávez, el ya mítico profesor Montero afirma que «la segunda conclusión que cabe extraer es aún mucho más preocupante. Nos remite a la incapacidad o, peor aún, a la falta de voluntad que existe en determinados ámbitos –incluida cierta intelectualidad autodenominada de izquierdas- para reconocer que en Venezuela se está produciendo un proceso de transformación social, política y económica de naturaleza revolucionaria y completamente original.»
Efectivamente, se está produciendo un proceso de transformación social, política y económica de naturaleza revolucionaria y completamente original:
- Desde que Chávez asumió la presidencia la pobreza ha aumentado un 10,2%. Del 42,8% en 1999 al 53% en 2004.
- La pobreza extrema en el mismo lapso de tiempo ha aumentado del 16,6% al 25% de la población total venezolana.
- La devaluación de la moneda se ha triplicado desde la llegada de Chávez. Ahora el sueldo mínimo, a pesar de su aumento, equivale a unos 115 euros mensuales, pero la cesta básica insuficiente por persona, es de 126 euros.
- El desempleo ahora alcanza un 24,7% de la población activa, mientras que en 1998 era del 11%.
- Los homicidios han aumentado un 142% desde la llegada de Chávez. Cada hora en Caracas asesinan a 3,1 personas. Cada año a 12 mil. Desde que Chávez asumió la presidencia han matado a cerca de 70 mil personas.
- Los secuestros han aumentado un 150%, 57 secuestros en 1998 a los 296 de 2003.
- El robo de vehículos también ha aumentado de los 14.424 en 1998 a los 36.033 en 2003.
- En total, la policía política y la policía militar han matado a 6.127 personas inocentes extrajudicialmente. Se le ha abierto expediente a 3.244 policías regionales, 1.185 CICPC, 634 policías municipales y 132 policías militares, a consecuencia de homicidios y fusilamientos extrajudiciales.
Pero a pesar de todo, hay algo profundamente cierto en el artículo del profesor Montero Soler, algo que no puedo negar y en lo que no se equivoca. Algo abismalmente irrefutable, una verdad entre mil verdades: No hay peor ciego que el que no quiere ver.