____ ____ ____ ____ ____ Oliver Laufer: December 2005

Friday, December 09, 2005

¡Los muertos del Capitalismo!

Como bien sabrán algunos, me encuentro en Venezuela. Eso me ha mantenido temporalmente ausente. Aunque gozando de unos minutos libres encuentro una de esas sentencias pseudo-filosóficas que no puedo dejar de pasar por alto.
Un individuo anónimo comenta uno de mis artículos titulado Liberales ¿Fascistas?, nacido de un debate que inicia Emilio Alonso, y el cual goza de gran repercusión. La idea es concisa: pretendo demostrar de forma íntegra cómo las ideologías absolutistas intentan relacionar, con argumentos falaces, al liberalismo con el fascismo u otros socialismos autoritarios.
Mi crítico sentencia entre otras cosas:

«(Oliver Laufer, "anarquista" venezolano al que se le ve el plumero)
Al Oli se le olvidó decir que ese liberalismo que tanto ama se cobra anualmente la vida de 10 millones de personas en todo el mundo y lleva asesinados a mas de cien mil ciudadanos inocentes en Iraq de la mano del máximo neoliberal del momento: George Bush un genocida fascista.»

Haciéndolo un poco más ameno para mis lectores, además de presumir de mi escasa expresión coloquial, voy a demostrar, por partes y de manera sólida, cómo el comentario se sustenta en una falacia fácilmente desarmable. Comencemos por Irak.

Como es bien sabido por mis lectores habituales, tengo una gran debilidad por los temas que conciernen al número de víctimas de Irak. De ello han nacido distintos artículos escritos por mi persona, donde demuestro que el terrible régimen de Saddam Hussein le ha quitado la vida a más de dos millones de civiles. Pero para el mundo, sordo a ello, nace una nueva prueba de «genocidio fascista»:
La revista científica norteamericana The Lancet publica un artículo que sitúa a las víctimas de la guerra de Irak en cien mil. La publicación se basa en una hipotética estimación del número de víctimas que pudo haber causado la guerra en un espacio de tiempo determinado. Asimismo, y por otro lado, organizaciones contrarias a la guerra de Irak también realizan un recuento, sumamente necesario, del número de víctimas de la guerra. La ONU las sitúa en 24.000 al igual que IBC, una organización antibelicista que tiene el registro de todas las muertes violentas ocurridas en Irak desde la invasión hasta hoy. Veamos qué ocurre con todo esto.

El artículo de Lancet curiosamente se publica tres días antes de las elecciones presidenciales norteamericanas de 2004. La repercusión del artículo fue inmediata. En España, por ejemplo, varios medios de comunicación se hicieron eco de ella el mismo día que se publicaba. Ha sido, a su vez, la cifra favorita de los gobiernos apaciguadores y es muy utilizada en Asia y Latinoamérica. Cien mil inocentes asesinados, la cifra que utiliza mi crítico.
IBC, siglas de Iraq Body Count, ha mantenido un recuento constante de las muertes violentas de Irak. Sabemos que se trata de una organización contraria a la guerra, aunque su fin ha sido necesario para entender todas las falacias que envuelven el asunto. Según IBC, 7.350 personas han perecido víctimas del daño colateral. La cifra está tan bien resguardada que incluso la llegué a defender en algún que otro artículo. Se trata de una cifra redonda y con argumentos –los cuales comentaré más adelante- fácilmente comprobables. A pesar de todo, mantiene una larga brecha, muy distanciada, con los cien mil muertos de Lancet y de mi crítico.
La cifra total de IBC, al igual que la de la ONU, ronda las 24.000 víctimas. De las cuales, poco más del 30% perecieron a consecuencia del daño colateral norteamericano y absolutamente todas las demás son víctimas del terrorismo.
En la lista se incluyen a los insurgentes iraquíes, las víctimas de las insuficiencias sanitarias y el recuento total de víctimas en hospitales.

Aunque un nuevo estudio, el más preciso hasta la fecha, acentúa la prueba inatacable de que, de esas 24.865 personas asesinadas, sólo un 14,8% ha perecido lamentablemente a causa del daño colateral norteamericano, y desde la caída del régimen, un 3,8% de las muertes violentas se han producido bajo el daño colateral, mientras que el 96,2% ha perecido a causa del terrorismo y la insurgencia. Mi crítico -o el crítico del capitalismo-, por error entonces, decidió utilizar la cifra de los 100.000, y no la de 7.350, o la de las vidas arrebatadas por el verdaderamente genocidio fascista de Saddam Hussein, que según los nuevos datos, sabemos que ahora rondan las dos millones trescientas veintisiete mil personas.

Pero no queda ahí. Ya que ese liberalismo que, sin duda, tanto amo, «se cobra anualmente la vida de 10 millones de personas en todo el mundo»

¡Diez millones! La conclusión es asombrosa: el Capitalismo es una de las peores pestes que ha vivido la Humanidad. Mejor dicho, es la peor peste de todos los tiempos. Es decir, que según mi crítico, el liberalismo económico ha matado a cerca de ¡mil millones de personas! en el último siglo. Peor aún: desde que Adam Smith escribió La Riqueza de las Naciones, en 1776, el terrible Capitalismo ha matado a ¡cerca de dos mil doscientos millones de personas!
Poco menos de la mitad de la población mundial. El Capitalismo ha matado dos veces más personas de las que vivían en nuestro planeta hace un par de siglos. Sin duda alguna, se trata de la peor peste de todos los tiempos, porque, según mi crítico, el capitalismo nos está llevando a la extinción.

Los que sí se extinguieron fueron los dinosaurios paleo-intelectuales de la URSS, cuya ideología se encargó de matar a cien millones de personas inocentes, y los mismos dinosaurios de la Alemania nazi, que le quitaron la vida a millones de civiles.
La Segunda Guerra Mundial le costó la vida al 2% de la población mundial. Esto es, Adolf Hitler, y su socialismo nacionalista, su supremacía aria y su Shoá, mataron a 56 millones de personas en la peor guerra que ha vivido la Humanidad. Aunque según mi crítico, en lo que va de siglo XXI, el Capitalismo ha matado a más personas que Hitler y su guerra.
Pero los nazis no son los únicos socialistas genocidas (o fascistas genocidas, que es lo mismo.) El Comunismo, encabezado por la Unión soviética, le quitó la vida a cerca de cien millones de personas en menos de cien años:
35 millones de muertos en China, 62 millones en la Unión Soviética, 2 millones de muertos en Camboya y cerca de 2 millones de muertos en Corea del Norte.

Para la Falange Auténtica, que potencia la teoría de mi crítico, ocurre más de lo esperado. En un artículo titulado El tributo de sangre del capitalismo, publicado por don Martín Alhaja extraigo la siguiente sentencia:

«Según el último informe publicado en 2002 por la Organización Internacional del Trabajo, cada año en el mundo 270 millones de trabajadores son víctimas de accidentes de trabajo y 160 millones contraen enfermedades profesionales. El estudio revela que la cantidad de obreros muertos en su puesto de trabajo supera los dos millones por año. El capitalismo mata a 5.000 trabajadores al día, y estas cifras están por debajo de la realidad.»

Ya sabemos, por tanto, de donde vienen dos de los diez millones de víctimas que el capitalismo causa cada año. Es decir, que al morir en un accidente laboral, uno perece como víctima del liberalismo económico. Lo ideal sería no trabajar para no morir, o simplemente trabajar para el Estado, pero ¿No serían, entonces las muertes de funcionarios estatales culpa del socialismo? Y cuando hablo de socialismo no hago distinciones entre cualquiera de sus tintes. Siempre que muera un trabajador el culpable será el liberalismo económico, excepto que muera un trabajador del Estado, en cuyo caso la culpa también la tendrá el liberalismo económico a como dé lugar.
¿Pero qué tienen que ver las muertes o incluso el maltrato de trabajadores con el liberalismo?
Nada. El liberalismo económico se basa en un libre intercambio entre dos o más individuos, en el cual quedarán completamente satisfechos todos los participantes. En caso de uso de la fuerza se deja de ser liberal y se comienza a ser otra cosa. El liberalismo, a su vez, defiende al máximo las libertades individuales de la persona, por lo que cualquier atentado contra la integridad física o la explotación de un ser humano, no es, bajo ningún supuesto, un acto liberal, aunque curiosamente sí lo es socialista.
En cuanto al anarquista que se le ve el plumero, entiéndase como se desee. Sobre todo porque intento adivinar desde cuando soy anarquista y qué significa eso de que se me ve el plumero.
Lo único cierto del comentario de mi apreciado crítico es que me llamo Oliver Laufer y soy venezolano.