La Europa socialdemócrata y el liberalismo humanista
Es irónico que una simbólica unión en la diversidad anteponga un sistema económico común para todos, sin vistas a largo plazo. Así, sin más, como quien dice que para ser europeo hay que ser a la vez socialdemócrata: hay que tener, a la postre, tolerancia, o bien paciencia si discrepas en lo mínimo, mucha pasión, para que sea el fin quien justifique los medios y no a la inversa. Y por muy espantoso que suene, hacer la vista gorda de los resultados de la aplicación en el viejo Continente -y en el nuevo y en todos los demás- del sistema que únicamente se basa en la simple y empírica observación del funcionamiento de la realidad.
Crear sistemas que parten de la observación del mundo supera con creces a la idealización de doctrinas que parten nada más que de la razón de un hombre.
La socialdemocracia es una evolución del marxismo hacia el liberalismo para evitar su extinción social. Una evolución casi intransigente en el ámbito europeo, que por ser posterior a la libertad dice ser una perfección de ella. La socialdemocracia no parte del liberalismo: se inicia en el socialismo. Sus defensores pretender hacernos creer lo contrario. Pero la socialdemocracia es una evolución directa del sistema socialista y las razones vienen determinadas por su rotundo fracaso en la aplicación práctica y, por tanto, también en la teoría.
El socialismo evolucionó a un sistema que respeta enormemente más los derechos individuales y las libertades económicas porque se ha demostrado que mientras más libres son las naciones más próspero es el mundo; mientras menos aranceles hay al comercio mayor es la paz en el planeta; mientras más mundializada está la libertad más capacidad de progreso real habrá para todos. Es, al fin y al cabo, admitir con cierta timidez que el Estado debe actuar tan sólo como observador y que el progreso forma parte de todas las personas que conforman las sociedades. No de un planificador distante, gigantesco y predicador que determina nuestras vidas. Y esto es una tendencia que se saca a la luz por sí misma, una tendencia que mueve a las sociedades incondicionalmente hacia la libertad. Pero hay un contrapeso:
El folclore europeo siempre estará ligado a los errores, al posterior arrepentimiento y a comer de nuevo los mismos errores. Eso para lenguajes keynesianos es cultivo de muchedumbres. La masa es la madre creadora de los extremismos, y éstos, los padres de los errores. Al fin y al cabo es una unión en la diversidad en el ámbito racial, cultural y lingüístico. Políticamente sólo tiene una salida, y esta salida es el acobardamiento ante la competitividad y ante el progreso. La historia, muy a pesar del sistema imperante, no miente.
El actual presidente español dice que si la mayoría toma una decisión es porque ésta es la decisión correcta. La misma mayoría absoluta, de 17 millones de personas, que subió a Hitler al poder democráticamente el 5 de marzo de 1933, notándose los resultados poco después; la misma que le dio el poder a Chávez en 1998 y se ven los resultados justamente ahora; la misma mayoría minoritaria que colocó a Allende en el Palacio de la Moneda y en tres años mostró los resultados reales del marxismo. La misma mayoría, -192, precisamente- que colocó al Partido Socialista al mando de España en 2004.
La democracia tiene que estar ligada moralmente a la libertad: son interdependientes. La libertad nos permite a todos por igual participar en el proceso político nacional. La democracia liberal permite que las mismas personas que eligen a sus líderes a través del sufragio universal puedan colaborar en la mejora nacional e internacional con su participación activa en el mercado. El socialismo es, a malas ganas, una supresión de la idea de sociedad. El liberalismo implica más sociedad porque colaboran todos, todos los que lo desean. Incluso quienes no lo desean intervienen directa o indirectamente en las curvas de mercado. Las preferencias son subjetivas: el gobierno democrático nunca antepondrá favoritismo a ningún individuo.
Partimos de un concepto de igualdad de derechos e igualdad de oportunidades, las únicas dos igualdades aceptables en el contexto de la vida humana, porque son las únicas dos igualdades que no entran en conflicto con la libertad de cada uno para tomar sus propias decisiones.
En eso consiste el liberalismo. En que, desde ese punto de partida, todos puedan llegar hasta donde deseen llegar. Y esto sólo depende, como bien diría Ortega, de las circunstancias de vida de cada uno. De su perspectiva del mundo. Esa perspectiva viene determinada por el ámbito personal más allegado a cada individuo y el ámbito global en que este individuo, y los demás con quienes convive y colabora, se desarrollan.
En la sociedad contemporánea actual la voz la tiene quien puede difundir las ideas entre los demás de la manera más rápida posible. Los medios de comunicación suponen un papel fundamental en este aspecto. Una mentira rectificada con posterioridad en un espacio de tiempo reducido, donde se deben tomar decisiones a corto plazo, puede ser catastrófica. Las decisiones de la sociedad vendrán determinadas por la información que tiene ésta sobre la realidad. Es aquí cuando el fin justifica los medios y la moral justifica el fin. También depende de los conocimientos de cada uno y de su capacidad en la toma de decisiones. Por eso, en Venezuela, el gobierno de Chávez decidió emprender una ley que aprobó la censura de las ideas antichavistas y antisocialistas dentro del ámbito informativo del país.
El problema en Europa es que se trata de un continente que tiende al acomodamiento social y esto viene determinado por sus circunstancias históricas. Europa ha sido el conflicto entre el absolutismo reaccionario y el absolutismo revolucionario. La sustitución de Dios por las muchedumbres. Pero siempre dejando a un lado a la libertad, que al despertar es infinitamente más revolucionaria que cualquier anteposición obligatoria de la igualdad. En una democracia, la moral viene determinada por las circunstancias subjetivas, esto es, se armará un concepto global de lo que todos entendemos por moral partiendo de lo que cada individuo entiende como lo moralmente correcto. Occidente viene determinado por las filosofías griegas y las religiones judía y cristiana. La sociedad es actualmente de una manera porque así lo determinaron estas doctrinas sobre cuyas bases hemos vivido. De hecho, una crítica al pensamiento occidental desde una postura occidental vendría también determinada por estas bases. No podemos hacer una exclusión forzosa del modo que tenemos de pensar los occidentales para convertirnos en lo que Nietzsche o Marx pretenden. La moral y la vida se deben adecuar a todos, de ahí viene la igualdad de derechos. A partir de la perspectiva de cada uno se armará una perspectiva global de la moral y esta línea moral sobre la cual nos moveremos todos irá cambiando por sí misma.
El liberalismo se introdujo en Occidente porque se observó que haciendo uso de él las sociedades eran más prósperas y las naciones más ricas, por eso se estableció en nuestro modo de vida y es insustituible. Lo mismo ocurrirá con lo que entendemos por moralmente correcto. Será un proceso de adaptación que vendrá determinado por la evolución del pensamiento de las sociedades.
En este sentido, la idea que tienen ciertos bloques sociales y la iglesia católica, por ejemplo, del matrimonio entre dos personas de un mismo sexo, no será la misma idea que tendrán los mismos bloques dentro de diez o quince años.
La democracia parte también de la moral. Que Hitler hubiera ganado las elecciones democráticamente no significa que fuese la invasión de Europa y el exterminio de los judíos algo democrático. Es igual que la elección democrática de un gobierno socialista/comunista. La sola reducción de las libertades, la expropiación de la propiedad privada, la censura del pensamiento, el bloqueo de ideas, de movimiento, de todo, es contrario a la democracia porque la democracia está ligada a la libertad. La libertad está, a su vez, ligada a la persona, y cualquier acto que supere y atente contra la persona no puede ser democrático. Las democracias populares no son democráticas porque la sociedad no tiene en ellas ni voz ni voto alguno.
Dentro de estos supuestos, Europa está capacitada sobremanera para participar en sociedades con sistemas económicos liberales. De hecho, podría decirse que Europa es uno de los pocos continentes donde la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades se respetan hasta más no poderse. Pero un cambio de sistema económico implica un cambio en la mentalidad de la sociedad. La tarea es triste: gana quien tiene las muchedumbres en su poder. Gana quien tiene los medios de comunicación en su poder. Gana la idea que esté más globalizada, incluso siendo ésta la idea de la antiglobalización. Pero esta tendencia que ha tenido Europa, desde siempre, a sus extremos, se ha desplazado, como he dicho, cada vez más hacia la libertad. Y esto, repito, es un proceso obligatorio de adaptación al medio, que por encima de la humildad, la tolerancia y el talante, hace ver a Europa que mientras más libertad más progreso. Puedo citar algunos ejemplos:
Para 1945 los británicos estaban cansados de la excéntrica y excesiva personalidad de Churchill. A pesar de haber salvado al país y a Europa entera de los nazis, el pueblo, por una razón u otra, decidió que no debía seguir en el poder.
La victoria laborista de 1945 supuso varios cambios en Gran Bretaña: Atlee introduce la populosa economía laborista que comprendió la estatalización del Banco de Inglaterra, de la siderurgia, de la energía y de los transportes. Acompañando esto de un fuerte aumento de impuestos: quiso imponer el más extravagante Estado de Bienestar.
Hubo control de precios, bloqueo de salarios, y claro está, un cordial aumento de la Seguridad Social. La política exterior fue un lamentable fracaso con dudas hacia el ingreso en la OTAN y un apaciguamiento que puso impedimentos, pasadas las puertas de la Guerra Fría, a la adquisición de la bomba nuclear.
La economía cayó inmediatamente y eso conllevó a una victoria conservadora que supuso un largo período de gobierno de este partido (1951-1964). Por el mando pasan Churchill, Eden, MacMillan y Home. Mantienen el plan socialista de hospitales y viviendas, aunque privatizan las tecnologías estatalizadas por los laboristas, la energía, la siderurgia y los transportes. Esa disminución del gasto público permite que se produzca una reducción de impuestos que sirvió como estímulo social sin precedentes.
En 1964 llegan de nuevo los laboristas al poder. Durante estos años los índices de crecimiento económico en todo el mundo son asombrosos y gigantescos pero el Primer Ministro Wilson estataliza la industria, la siderurgia, la energía y los transportes. Inmediatamente aumenta la inflación de forma colosal; se produce una fuerte lucha sindical que conlleva a huelgas laborales y el problema irlandés alcanza su máximo apogeo. Obviamente regresan los conservadores al poder.
En el gobierno de Heath, Gran Bretaña logra ingresar en la Comunidad Económica Europea. De nuevo, se vuelve a privatizar la siderurgia, los transportes, la energía, etc. Pero en 1973 una guerra en Oriente Medio provocó que el precio del petróleo se multiplicara. Esta fue la famosa crisis económica de 1973. En Gran Bretaña hubo inflación y paro.
En algunos lugares se intentan llevar a cabo de nuevo las teorías keynesianas. Keynes decía que la ruina y el paro vienen como consecuencia de la prosperidad. En la crisis de 1929 hubo una disminución de la demanda y la teoría de Keynes consistía, precisamente, en un estímulo por parte del Estado para aumentar la demanda. Mientras haya paro, según Keynes, no habrá inflación.
Al tratar de llevar a cabo de nuevo las teorías keynesianas en 1973, éstas se vinieron abajo, porque además de desempleo hubo inflación: la llamada estanflación. A las economías las salvó la libertad.
Después de un gobierno mixto entre laboristas y conservadores, en 1979, llego Thatcher al poder. Gana la batalla sindical, privatiza empresas, surge un capitalismo popular: bajada de impuestos para estimular el consumo y subir la economía. En Estados Unidos se da el mismo resurgimiento económico con Reagan. Además, las afanosas políticas de apaciguamiento europeo con los países comunistas fueron excluidas por Thatcher. Su labor, y la de muchos otros, logró acabar con el telón de acero sin hacer uso de la fuerza. Fue tal el resultado de la aplicación de la libertad en Gran Bretaña que los posteriores gobiernos laboristas tuvieron que optar por terceras vías más liberales, que si bien han mantenido esta hegemonía económica gracias a la no estatalización, la intervención en las curvas ha producido un aumento del paro.
En España los partidos, desde sus inicios, de tendencia marxista se han desplazado cada vez más a la libertad a lo largo del último siglo. El Partido Comunista renunció al estalinismo en el exilio, tras haber traído dicha doctrina las consecuencias más catastróficas de la República y de la guerra civil. El PSOE, que en 1934 dio un golpe de Estado contra la República, en el exilio fue desplazándose a tendencias más democráticas. Ya en 1974 se optó por la renuncia de del marxismo. El PSOE, desde sus inicios, había sido un partido que basaba su ideología en el Manifiesto Comunista, en la lucha de clases, en la batalla del proletariado. En 1917 participó en el intento de revolución que imitaba a la revolución soviética y mientras el gobierno del Frente Popular estuvo en el poder, colgaban en la Puerta de Alcalá pancartas con la figura de Stalin y vivas a la URSS.
Pero el tema de España es mucho más complejo y no quiero hacer este artículo demasiado largo. Las posturas socialdemócratas del Partido Socialista durante sus cuatro legislaturas después de la instauración de la democracia dejaron un saldo de desempleo del 22%, una economía devastada, una exclusión europea... y más. Actualmente la intervención del ejecutivo socialista es infinitamente inferior que en sus anteriores legislaturas, y eso es, precisamente, porque la libertad situó a España entre las ocho potencias económicas del planeta. No se han vuelto a estatalizar las empresas que se privatizaron durante el gobierno de Aznar porque sería una vuelta atrás. Algo está claro: mientras sigan existiendo los jóvenes y la ignorancia, seguirán existiendo los comunistas. Son interdependientes. Como lo son la democracia y la libertad.
Actualmente Europa se enfrenta a un nuevo reto: el envejecimiento de la población. Si aumenta la población mayor de 65 años hasta un punto en que los activos no puedan mantener a los jubilados con una porción de su sueldo en impuestos, tendrá que disminuir el gasto social de los gobiernos socialdemócratas. Esta tendencia al envejecimiento de la población viene determinada por el aumento de la calidad de vida de los occidentales gracias a los avances en medicina y tecnología. Además de que ha disminuido de forma asombrosa la tasa de natalidad a causa de determinados factores sociales. En este sentido, ante la imposibilidad gubernamental de sostener los gastos de los jubilados, éstos tendrán que acudir a planes de pensión privados y a otro tipo de financiación no proveniente del Estado. Por esta parte, los ancianos están destinados a aniquilar a la socialdemocracia. En el 2008 la población española y europea dejarán de crecer y comenzará a notarse el aumento de la población mayor de 65 años, que ya de por sí es un hecho.
Los socialdemócratas están preparando varias teorías: una que consiste en un estímulo a la población inmigrante para que no descienda la oleada de mano de obra proveniente de Latinoamérica y Europa del Este. Ahora bien, si aumenta el número de ciudadanos en edad escolar y, a su vez, continúan los ancianos aumentando (que continuarán), el Estado se verá imposibilitado además de sostener el gasto de la educación pública, siempre y cuando no aumente de forma impresionante la población inmigrante en edad laboral y que haya suficiente oferta de empleo para todos. Esto vendrá acompañado de todos los efectos secundarios que implica un aumento de la población inmigrante, sobre todo población inmigrante proveniente de países con elevados índices de delincuencia y analfabetismo: bajará el nivel intelectual de los individuos activos y aumentará la delincuencia en el país receptor.
Otro factor que puede intervenir, indudablemente, es la mejora económica de los países emigrantes, como ocurrió en España con la caída del régimen franquista. Nadie sabe qué ocurrirá con la economía latinoamericana en unos años: puede despegar y ojalá sea así por el bien de todos, sin incluir a la socialdemocracia. Lo mismo podrá ocurrir en Europa del Este tras el ingreso, hace un año, en la Unión Europea, de diez países que se verán beneficiados con los fondos de ayuda de la Unión, y el futuro ingreso de tres más. En el caso de que la inmigración africana no mejorara económica y socialmente ya sabríamos qué tipo de mano de obra, tan poco preparada y poco facultada estaríamos recibiendo. Potenciaríamos sectores de la economía que se fortalecieron tan sólo durante los años de autarquía económica en el régimen de Franco.
Según el informe anual del FMI:
Los directores indicaron que persisten algunos problemas relacionados con el envejecimiento de la población y la desaceleración de la expansión de la fuerza laboral que se están convirtiendo en un lastre cada vez mayor para el crecimiento potencial, la sostenibilidad fiscal y el sistema de pensiones. Los directores advirtieron que deberán aplicarse en forma sostenida políticas nacionales con más visión de futuro y reformas estructurales más vigorosas para superar con éxito estas dificultades. Si bien las dificultades experimentadas han inducido a aplicar este tipo de políticas, en particular en el ámbito estructural, el Directorio señaló que es esencial que estas medidas, potencialmente prometedoras, se mantengan una vez que se superen las dificultades. (…) Es necesario aplicar una política fiscal orientada hacia el futuro para mejorar la calidad y asegurar la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas en vista de las posibles presiones fiscales creadas por el envejecimiento de la población. (…) en particular en las tres economías principales, donde casi todas las políticas han tenido un enfoque a corto plazo y los excesos fiscales durante los años de auge han acrecentado las dificultades para mantener el déficit nominal por debajo del tope fijado. (…) El envejecimiento de la población exige que la mayor parte de los países de la zona del euro avance por lo menos hacia un equilibrio básico a mediano plazo. Si lo logran, habría margen para que funcionen los estabilizadores automáticos, y el tope del 3% no sería una limitación absoluta, salvo en circunstancias excepcionales, como prevé el pacto.
La postura más coherente a largo plazo ha de ser la de la privatización de los planes de pensión, amparados por la Constitución Europea. La disminución del intervencionismo estatal debe aplicarse desde ahora para que en el futuro la sostenibilidad de los planes de pensión no implique ningún problema. La socialdemocracia se hace insostenible en el futuro porque tenderemos a incurrir en déficit público -que en algunos lugares ya es un hecho- si no controlamos el gasto gubernamental. Además, una disminución sustancial del gasto público implica una disminución de impuestos y esto sirve como estímulo para potenciar el consumo en la sociedad. Pero esta evasión de posturas de acomodamiento implica un cambio de mentalidad de la sociedad europea, un aumento del sentimiento competitivo y una disminución de los prejuicios de la sociedad occidental. Por eso digo que partiendo de un correcto uso de la igualdad de derechos y de oportunidades Europa puede estar capacitada para convertirse en un auténtico dragón económico. En Estados Unidos hace poco se optó por la privatización de los planes de pensión, con una fuerte contrariedad popular. Y observar los resultados a corto plazo de esta decisión del gobierno republicano puede servir como llave a la coherencia en Europa.
De nuevo voy a la idea de sociedad y democracia. Una democracia social nunca será una democracia completa porque la participación de la sociedad estará limitada. Mientras mejor capacitados estén los europeos para participar en la política de su país, y esto es, participar en el mercado del país, además de poder formar parte del proceso democrático si así lo desean, mayor capacidad de progreso habrá en las sociedades donde se aplique la democracia liberal. Somos seres humanos, somos vida, y todos los avances sociales de tipo positivo se han logrado gracias a nuestro interés de beneficio individual y de cooperación humana del que nos favorecemos todos los que así lo deseamos, sin exclusión alguna. En eso consiste la libertad de mercado.
Crear sistemas que parten de la observación del mundo supera con creces a la idealización de doctrinas que parten nada más que de la razón de un hombre.
La socialdemocracia es una evolución del marxismo hacia el liberalismo para evitar su extinción social. Una evolución casi intransigente en el ámbito europeo, que por ser posterior a la libertad dice ser una perfección de ella. La socialdemocracia no parte del liberalismo: se inicia en el socialismo. Sus defensores pretender hacernos creer lo contrario. Pero la socialdemocracia es una evolución directa del sistema socialista y las razones vienen determinadas por su rotundo fracaso en la aplicación práctica y, por tanto, también en la teoría.
El socialismo evolucionó a un sistema que respeta enormemente más los derechos individuales y las libertades económicas porque se ha demostrado que mientras más libres son las naciones más próspero es el mundo; mientras menos aranceles hay al comercio mayor es la paz en el planeta; mientras más mundializada está la libertad más capacidad de progreso real habrá para todos. Es, al fin y al cabo, admitir con cierta timidez que el Estado debe actuar tan sólo como observador y que el progreso forma parte de todas las personas que conforman las sociedades. No de un planificador distante, gigantesco y predicador que determina nuestras vidas. Y esto es una tendencia que se saca a la luz por sí misma, una tendencia que mueve a las sociedades incondicionalmente hacia la libertad. Pero hay un contrapeso:
El folclore europeo siempre estará ligado a los errores, al posterior arrepentimiento y a comer de nuevo los mismos errores. Eso para lenguajes keynesianos es cultivo de muchedumbres. La masa es la madre creadora de los extremismos, y éstos, los padres de los errores. Al fin y al cabo es una unión en la diversidad en el ámbito racial, cultural y lingüístico. Políticamente sólo tiene una salida, y esta salida es el acobardamiento ante la competitividad y ante el progreso. La historia, muy a pesar del sistema imperante, no miente.
El actual presidente español dice que si la mayoría toma una decisión es porque ésta es la decisión correcta. La misma mayoría absoluta, de 17 millones de personas, que subió a Hitler al poder democráticamente el 5 de marzo de 1933, notándose los resultados poco después; la misma que le dio el poder a Chávez en 1998 y se ven los resultados justamente ahora; la misma mayoría minoritaria que colocó a Allende en el Palacio de la Moneda y en tres años mostró los resultados reales del marxismo. La misma mayoría, -192, precisamente- que colocó al Partido Socialista al mando de España en 2004.
La democracia tiene que estar ligada moralmente a la libertad: son interdependientes. La libertad nos permite a todos por igual participar en el proceso político nacional. La democracia liberal permite que las mismas personas que eligen a sus líderes a través del sufragio universal puedan colaborar en la mejora nacional e internacional con su participación activa en el mercado. El socialismo es, a malas ganas, una supresión de la idea de sociedad. El liberalismo implica más sociedad porque colaboran todos, todos los que lo desean. Incluso quienes no lo desean intervienen directa o indirectamente en las curvas de mercado. Las preferencias son subjetivas: el gobierno democrático nunca antepondrá favoritismo a ningún individuo.
Partimos de un concepto de igualdad de derechos e igualdad de oportunidades, las únicas dos igualdades aceptables en el contexto de la vida humana, porque son las únicas dos igualdades que no entran en conflicto con la libertad de cada uno para tomar sus propias decisiones.
En eso consiste el liberalismo. En que, desde ese punto de partida, todos puedan llegar hasta donde deseen llegar. Y esto sólo depende, como bien diría Ortega, de las circunstancias de vida de cada uno. De su perspectiva del mundo. Esa perspectiva viene determinada por el ámbito personal más allegado a cada individuo y el ámbito global en que este individuo, y los demás con quienes convive y colabora, se desarrollan.
En la sociedad contemporánea actual la voz la tiene quien puede difundir las ideas entre los demás de la manera más rápida posible. Los medios de comunicación suponen un papel fundamental en este aspecto. Una mentira rectificada con posterioridad en un espacio de tiempo reducido, donde se deben tomar decisiones a corto plazo, puede ser catastrófica. Las decisiones de la sociedad vendrán determinadas por la información que tiene ésta sobre la realidad. Es aquí cuando el fin justifica los medios y la moral justifica el fin. También depende de los conocimientos de cada uno y de su capacidad en la toma de decisiones. Por eso, en Venezuela, el gobierno de Chávez decidió emprender una ley que aprobó la censura de las ideas antichavistas y antisocialistas dentro del ámbito informativo del país.
El problema en Europa es que se trata de un continente que tiende al acomodamiento social y esto viene determinado por sus circunstancias históricas. Europa ha sido el conflicto entre el absolutismo reaccionario y el absolutismo revolucionario. La sustitución de Dios por las muchedumbres. Pero siempre dejando a un lado a la libertad, que al despertar es infinitamente más revolucionaria que cualquier anteposición obligatoria de la igualdad. En una democracia, la moral viene determinada por las circunstancias subjetivas, esto es, se armará un concepto global de lo que todos entendemos por moral partiendo de lo que cada individuo entiende como lo moralmente correcto. Occidente viene determinado por las filosofías griegas y las religiones judía y cristiana. La sociedad es actualmente de una manera porque así lo determinaron estas doctrinas sobre cuyas bases hemos vivido. De hecho, una crítica al pensamiento occidental desde una postura occidental vendría también determinada por estas bases. No podemos hacer una exclusión forzosa del modo que tenemos de pensar los occidentales para convertirnos en lo que Nietzsche o Marx pretenden. La moral y la vida se deben adecuar a todos, de ahí viene la igualdad de derechos. A partir de la perspectiva de cada uno se armará una perspectiva global de la moral y esta línea moral sobre la cual nos moveremos todos irá cambiando por sí misma.
El liberalismo se introdujo en Occidente porque se observó que haciendo uso de él las sociedades eran más prósperas y las naciones más ricas, por eso se estableció en nuestro modo de vida y es insustituible. Lo mismo ocurrirá con lo que entendemos por moralmente correcto. Será un proceso de adaptación que vendrá determinado por la evolución del pensamiento de las sociedades.
En este sentido, la idea que tienen ciertos bloques sociales y la iglesia católica, por ejemplo, del matrimonio entre dos personas de un mismo sexo, no será la misma idea que tendrán los mismos bloques dentro de diez o quince años.
La democracia parte también de la moral. Que Hitler hubiera ganado las elecciones democráticamente no significa que fuese la invasión de Europa y el exterminio de los judíos algo democrático. Es igual que la elección democrática de un gobierno socialista/comunista. La sola reducción de las libertades, la expropiación de la propiedad privada, la censura del pensamiento, el bloqueo de ideas, de movimiento, de todo, es contrario a la democracia porque la democracia está ligada a la libertad. La libertad está, a su vez, ligada a la persona, y cualquier acto que supere y atente contra la persona no puede ser democrático. Las democracias populares no son democráticas porque la sociedad no tiene en ellas ni voz ni voto alguno.
Dentro de estos supuestos, Europa está capacitada sobremanera para participar en sociedades con sistemas económicos liberales. De hecho, podría decirse que Europa es uno de los pocos continentes donde la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades se respetan hasta más no poderse. Pero un cambio de sistema económico implica un cambio en la mentalidad de la sociedad. La tarea es triste: gana quien tiene las muchedumbres en su poder. Gana quien tiene los medios de comunicación en su poder. Gana la idea que esté más globalizada, incluso siendo ésta la idea de la antiglobalización. Pero esta tendencia que ha tenido Europa, desde siempre, a sus extremos, se ha desplazado, como he dicho, cada vez más hacia la libertad. Y esto, repito, es un proceso obligatorio de adaptación al medio, que por encima de la humildad, la tolerancia y el talante, hace ver a Europa que mientras más libertad más progreso. Puedo citar algunos ejemplos:
Para 1945 los británicos estaban cansados de la excéntrica y excesiva personalidad de Churchill. A pesar de haber salvado al país y a Europa entera de los nazis, el pueblo, por una razón u otra, decidió que no debía seguir en el poder.
La victoria laborista de 1945 supuso varios cambios en Gran Bretaña: Atlee introduce la populosa economía laborista que comprendió la estatalización del Banco de Inglaterra, de la siderurgia, de la energía y de los transportes. Acompañando esto de un fuerte aumento de impuestos: quiso imponer el más extravagante Estado de Bienestar.
Hubo control de precios, bloqueo de salarios, y claro está, un cordial aumento de la Seguridad Social. La política exterior fue un lamentable fracaso con dudas hacia el ingreso en la OTAN y un apaciguamiento que puso impedimentos, pasadas las puertas de la Guerra Fría, a la adquisición de la bomba nuclear.
La economía cayó inmediatamente y eso conllevó a una victoria conservadora que supuso un largo período de gobierno de este partido (1951-1964). Por el mando pasan Churchill, Eden, MacMillan y Home. Mantienen el plan socialista de hospitales y viviendas, aunque privatizan las tecnologías estatalizadas por los laboristas, la energía, la siderurgia y los transportes. Esa disminución del gasto público permite que se produzca una reducción de impuestos que sirvió como estímulo social sin precedentes.
En 1964 llegan de nuevo los laboristas al poder. Durante estos años los índices de crecimiento económico en todo el mundo son asombrosos y gigantescos pero el Primer Ministro Wilson estataliza la industria, la siderurgia, la energía y los transportes. Inmediatamente aumenta la inflación de forma colosal; se produce una fuerte lucha sindical que conlleva a huelgas laborales y el problema irlandés alcanza su máximo apogeo. Obviamente regresan los conservadores al poder.
En el gobierno de Heath, Gran Bretaña logra ingresar en la Comunidad Económica Europea. De nuevo, se vuelve a privatizar la siderurgia, los transportes, la energía, etc. Pero en 1973 una guerra en Oriente Medio provocó que el precio del petróleo se multiplicara. Esta fue la famosa crisis económica de 1973. En Gran Bretaña hubo inflación y paro.
En algunos lugares se intentan llevar a cabo de nuevo las teorías keynesianas. Keynes decía que la ruina y el paro vienen como consecuencia de la prosperidad. En la crisis de 1929 hubo una disminución de la demanda y la teoría de Keynes consistía, precisamente, en un estímulo por parte del Estado para aumentar la demanda. Mientras haya paro, según Keynes, no habrá inflación.
Al tratar de llevar a cabo de nuevo las teorías keynesianas en 1973, éstas se vinieron abajo, porque además de desempleo hubo inflación: la llamada estanflación. A las economías las salvó la libertad.
Después de un gobierno mixto entre laboristas y conservadores, en 1979, llego Thatcher al poder. Gana la batalla sindical, privatiza empresas, surge un capitalismo popular: bajada de impuestos para estimular el consumo y subir la economía. En Estados Unidos se da el mismo resurgimiento económico con Reagan. Además, las afanosas políticas de apaciguamiento europeo con los países comunistas fueron excluidas por Thatcher. Su labor, y la de muchos otros, logró acabar con el telón de acero sin hacer uso de la fuerza. Fue tal el resultado de la aplicación de la libertad en Gran Bretaña que los posteriores gobiernos laboristas tuvieron que optar por terceras vías más liberales, que si bien han mantenido esta hegemonía económica gracias a la no estatalización, la intervención en las curvas ha producido un aumento del paro.
En España los partidos, desde sus inicios, de tendencia marxista se han desplazado cada vez más a la libertad a lo largo del último siglo. El Partido Comunista renunció al estalinismo en el exilio, tras haber traído dicha doctrina las consecuencias más catastróficas de la República y de la guerra civil. El PSOE, que en 1934 dio un golpe de Estado contra la República, en el exilio fue desplazándose a tendencias más democráticas. Ya en 1974 se optó por la renuncia de del marxismo. El PSOE, desde sus inicios, había sido un partido que basaba su ideología en el Manifiesto Comunista, en la lucha de clases, en la batalla del proletariado. En 1917 participó en el intento de revolución que imitaba a la revolución soviética y mientras el gobierno del Frente Popular estuvo en el poder, colgaban en la Puerta de Alcalá pancartas con la figura de Stalin y vivas a la URSS.
Pero el tema de España es mucho más complejo y no quiero hacer este artículo demasiado largo. Las posturas socialdemócratas del Partido Socialista durante sus cuatro legislaturas después de la instauración de la democracia dejaron un saldo de desempleo del 22%, una economía devastada, una exclusión europea... y más. Actualmente la intervención del ejecutivo socialista es infinitamente inferior que en sus anteriores legislaturas, y eso es, precisamente, porque la libertad situó a España entre las ocho potencias económicas del planeta. No se han vuelto a estatalizar las empresas que se privatizaron durante el gobierno de Aznar porque sería una vuelta atrás. Algo está claro: mientras sigan existiendo los jóvenes y la ignorancia, seguirán existiendo los comunistas. Son interdependientes. Como lo son la democracia y la libertad.
Actualmente Europa se enfrenta a un nuevo reto: el envejecimiento de la población. Si aumenta la población mayor de 65 años hasta un punto en que los activos no puedan mantener a los jubilados con una porción de su sueldo en impuestos, tendrá que disminuir el gasto social de los gobiernos socialdemócratas. Esta tendencia al envejecimiento de la población viene determinada por el aumento de la calidad de vida de los occidentales gracias a los avances en medicina y tecnología. Además de que ha disminuido de forma asombrosa la tasa de natalidad a causa de determinados factores sociales. En este sentido, ante la imposibilidad gubernamental de sostener los gastos de los jubilados, éstos tendrán que acudir a planes de pensión privados y a otro tipo de financiación no proveniente del Estado. Por esta parte, los ancianos están destinados a aniquilar a la socialdemocracia. En el 2008 la población española y europea dejarán de crecer y comenzará a notarse el aumento de la población mayor de 65 años, que ya de por sí es un hecho.
Los socialdemócratas están preparando varias teorías: una que consiste en un estímulo a la población inmigrante para que no descienda la oleada de mano de obra proveniente de Latinoamérica y Europa del Este. Ahora bien, si aumenta el número de ciudadanos en edad escolar y, a su vez, continúan los ancianos aumentando (que continuarán), el Estado se verá imposibilitado además de sostener el gasto de la educación pública, siempre y cuando no aumente de forma impresionante la población inmigrante en edad laboral y que haya suficiente oferta de empleo para todos. Esto vendrá acompañado de todos los efectos secundarios que implica un aumento de la población inmigrante, sobre todo población inmigrante proveniente de países con elevados índices de delincuencia y analfabetismo: bajará el nivel intelectual de los individuos activos y aumentará la delincuencia en el país receptor.
Otro factor que puede intervenir, indudablemente, es la mejora económica de los países emigrantes, como ocurrió en España con la caída del régimen franquista. Nadie sabe qué ocurrirá con la economía latinoamericana en unos años: puede despegar y ojalá sea así por el bien de todos, sin incluir a la socialdemocracia. Lo mismo podrá ocurrir en Europa del Este tras el ingreso, hace un año, en la Unión Europea, de diez países que se verán beneficiados con los fondos de ayuda de la Unión, y el futuro ingreso de tres más. En el caso de que la inmigración africana no mejorara económica y socialmente ya sabríamos qué tipo de mano de obra, tan poco preparada y poco facultada estaríamos recibiendo. Potenciaríamos sectores de la economía que se fortalecieron tan sólo durante los años de autarquía económica en el régimen de Franco.
Según el informe anual del FMI:
Los directores indicaron que persisten algunos problemas relacionados con el envejecimiento de la población y la desaceleración de la expansión de la fuerza laboral que se están convirtiendo en un lastre cada vez mayor para el crecimiento potencial, la sostenibilidad fiscal y el sistema de pensiones. Los directores advirtieron que deberán aplicarse en forma sostenida políticas nacionales con más visión de futuro y reformas estructurales más vigorosas para superar con éxito estas dificultades. Si bien las dificultades experimentadas han inducido a aplicar este tipo de políticas, en particular en el ámbito estructural, el Directorio señaló que es esencial que estas medidas, potencialmente prometedoras, se mantengan una vez que se superen las dificultades. (…) Es necesario aplicar una política fiscal orientada hacia el futuro para mejorar la calidad y asegurar la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas en vista de las posibles presiones fiscales creadas por el envejecimiento de la población. (…) en particular en las tres economías principales, donde casi todas las políticas han tenido un enfoque a corto plazo y los excesos fiscales durante los años de auge han acrecentado las dificultades para mantener el déficit nominal por debajo del tope fijado. (…) El envejecimiento de la población exige que la mayor parte de los países de la zona del euro avance por lo menos hacia un equilibrio básico a mediano plazo. Si lo logran, habría margen para que funcionen los estabilizadores automáticos, y el tope del 3% no sería una limitación absoluta, salvo en circunstancias excepcionales, como prevé el pacto.
La postura más coherente a largo plazo ha de ser la de la privatización de los planes de pensión, amparados por la Constitución Europea. La disminución del intervencionismo estatal debe aplicarse desde ahora para que en el futuro la sostenibilidad de los planes de pensión no implique ningún problema. La socialdemocracia se hace insostenible en el futuro porque tenderemos a incurrir en déficit público -que en algunos lugares ya es un hecho- si no controlamos el gasto gubernamental. Además, una disminución sustancial del gasto público implica una disminución de impuestos y esto sirve como estímulo para potenciar el consumo en la sociedad. Pero esta evasión de posturas de acomodamiento implica un cambio de mentalidad de la sociedad europea, un aumento del sentimiento competitivo y una disminución de los prejuicios de la sociedad occidental. Por eso digo que partiendo de un correcto uso de la igualdad de derechos y de oportunidades Europa puede estar capacitada para convertirse en un auténtico dragón económico. En Estados Unidos hace poco se optó por la privatización de los planes de pensión, con una fuerte contrariedad popular. Y observar los resultados a corto plazo de esta decisión del gobierno republicano puede servir como llave a la coherencia en Europa.
De nuevo voy a la idea de sociedad y democracia. Una democracia social nunca será una democracia completa porque la participación de la sociedad estará limitada. Mientras mejor capacitados estén los europeos para participar en la política de su país, y esto es, participar en el mercado del país, además de poder formar parte del proceso democrático si así lo desean, mayor capacidad de progreso habrá en las sociedades donde se aplique la democracia liberal. Somos seres humanos, somos vida, y todos los avances sociales de tipo positivo se han logrado gracias a nuestro interés de beneficio individual y de cooperación humana del que nos favorecemos todos los que así lo deseamos, sin exclusión alguna. En eso consiste la libertad de mercado.
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Thanks for writing thiis
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