____ ____ ____ ____ ____ Oliver Laufer: Chávez, el timócrata

Tuesday, November 23, 2004

Chávez, el timócrata

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. En ocasiones es cierto. Esta imagen muestra la realidad venezolana, el día a día de una nación que ya no vive libre y ya no vive segura. De un pueblo que dejó de vivir hace años para empezar a sobrevivir de la realidad urbana, del analfabetismo y la pobreza más pura en el gran gigante de los pies de barro.

El 4 de febrero de 1992 la mayoría de los venezolanos que encendieron la televisión por la mañana vieron a un desconocido Comandante Chávez, representante del también desconocido Movimiento Revolucionario Bolivariano, pidiendo a las masas que salieran a las calles. Poco tiempo más tarde lo escuchábamos decir que «por ahora nuestros objetivos no fueron logrados en la ciudad. Es decir, nosotros no logramos controlar el poder.» Y esas eran palabras de Chávez dándose por vencido en un golpe contra la democracia venezolana, y digo democracia, a pesar de todo.

Una década más tarde lo veríamos hablando del café venezolano por la noche, todos los días, durante varias horas, en sus cadenas televisivas; lo veríamos con un silbato echando a los trabajadores de PDVSA; diciéndole a su mujer Maria Isabel “que esa noche le tocaba lo suyo”, cuando lo que realmente le tocaba era hospitalizarse por malos tratos; o cantando que él no era “monedita de oro para gustarle a todo el mundo”. Y no se trataba precisamente del show de Chávez y compañía, ni siquiera un guiñol del plus, porque ni los guiñoles caían tan bajo. Era el Presidente de la República venezolana, y posteriormente, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, elegido democráticamente por el pueblo, reelegido por el pueblo, y aprobado por el pueblo.

Sólo pasó dos años en prisión. Caldera lo indultaría al hacerse con la presidencia. Era el caos político: un ex-presidente de Venezuela en arresto domiliciario; el siguiente indultaría a un golpista, y el golpista se convertiría en Presidente, ganando unas elecciones con la mayoría absoluta.

De Chávez hay mucho que decir. Su figura es, en cierta medida, quijotesca, o grotesca. Es un auténtico personaje. Hablaré un poco, sólo un poco, de las labores gubernamentales de don Hugo. Muy resumidamente.

Teorías keynesianas inconscientes.

Y digo inconscientes porque el intervencionismo es relativo e independiente al enriquecimiento lucrativo del señor de los tres poderes. Depende -dicen o eso parece- de la demanda agregada, en principio, luego arremeten contra los pequeños empresarios en pro de la lucha de clases. En Venezuela hay al menos dos millones de parados. Dos millones de una población activa de casi 10 millones de individuos, frente los 24 millones de personas que conforman la población total, asimismo hay 5 millones de personas dentro de lo que en España llamaríamos empleo precario, que en Venezuela es realmente precario. Un año antes de que Chávez asumiera el poder, el desempleo rozaba el 11% de la población activa. La cifra se duplicó desde 1998 a nuestros días. Hoy el desempleo es del 25% de 10 millones de personas.

El sueldo mínimo en 2000 era de unos 170.000 bolívares. La contraofensiva chavista consistió en aumentar el sueldo mínimo progresivamente durante los últimos años a casi 300.000 bolívares, prohibiendo, a su vez, la reducción de plantillas laborales en las empresas pequeñas y logrando así el quiebre de cientos de pequeños negocios individuales. Entre otros factores está el miedo a la inversión nacional tanto fuera como dentro del país. La inflación que ha devaluado la moneda cerca de un 15%, sólo en los últimos meses: 100 bolivares equivalía a 1 dólar americano en 1994; actualmente se divide en dos: Bolivar del mercado negro, en los que 3400 bolívares equivalen a un dolar americano y el oficial, al cual es muy difícil acceder y es neceario un papeleo previo y preferiblemente ser chavista, en el que el dólar cuesta 2100 bolívares. La deuda pública y la deuda internacional, a pesar de tratarse del quinto país exportador de petróleo, siguen creciendo.

Cifras de guerra.

En Venezuela mueren asesinadas cada año más personas que en Irak durante la intervención aliada y los meses posteriores.

En 2003, por ejemplo, hubo exactamente 11.330 asesinatos a nivel nacional. O sea, 31 homicidios al día; uno cada 1,3 horas. Desde la llegada de Chávez los asesinatos han aumentado más de un 50%, lo podemos ver al percatarnos de que en 1998 hubo sólo 4.480 asesinatos en todo el país. Cifra que ha ido aumentando en casi mil muertos más por año desde la toma de poder de Chávez. Para ser más preciso, desde 1999 hasta hoy han muerto asesinadas unas 50.000 personas en Venezuela.

Los secuestros, que se han puesto de moda, alcanzaron los 296 en 2003, cuando en 1998 la cifra fue de 57 secuestros. Es decir, que cuando Chávez asumió el poder los secuestros crecieron casi un 150% más que en los tiempos de Caldera.

Cifra escandalosa la del robo de coches. 36.033 robos en 2003, frente a los 14.424 de 1998.

Se habla de la inseguridad iraquí por parte de los progresistas europeos o antiamericanos, que no europeos, pero olvidan nombrar a los muertos de Venezuela. Por ejemplo, la muerte de José Couso, periodista de Telecinco, tras ser víctima del daño colateral de una guerra, ha abierto una brecha de enemistad y hostilidades con la diplomacia norteamericana. Los partidos socialistas y comunistas se manifestaron en contra de tan vil acto planificado y concebido por los más altos intereses de los Estados Unidos.

Pero no he visto nunca a ninguno de los representantes de los partidos apaciguadores españoles o a la muchedumbre que profetizó Ortega, exigir, ni siquiera hablar, sobre el homicidio de José Manuel Vilas, el gallego asesinado por los francotiradores chavistas. El único testigo de lo sucedido afirma que fue un miembro de la policía militar venezolana el que mató a José Manuel. Pero hasta ahí llegó la cuestión. No era un periodista de Telecinco, ni el hijo de Anguita, ni una víctima del conflicto haitiano, y antes que nada, no fue un estadounidense el que le mató. José Manuel sólo fue un ciudadano español, como los miles que emigraron a Venezuela en la posguerra, que exigía democracia y libertad. No menos que eso. Lo pagó con la muerte y nadie dijo nada.

Diplomacia venezolana.

Bush –decía Chávez- te voy a ver fuera porque tú te vas, y yo no, yo me quedo. Esas eran palabras previas a las elecciones estadounidenses y al referéndum revocatorio venezolano. Lo más violento de la política exterior chavista fue su visita antes de la intervención aliada en Irak, a Saddam Husseín, a quien llegó a conocer cruzando afanosamente la frontera en un Jeep militar para luego fundirse con él en un fuerte abrazo revolucionario.

Pero no podía ser sino Fidel Castro su principal aliado. Mientras que las niñas de La Habana se prostituyen a los 13 años y los niños venezolanos se matan entre ellos en los ranchitos de la periferia venezolana, los dos líderes dedican su vida a tarifarse con la democracia norteamericana, con la burguesía de “wachinton” tan odiada por Chávez; con los miles de europeos, españoles, italianos y portugueses que emigraron a Venezuela; o con los defensores del peyorativamente llamado neoliberalismo salvaje cuyo único anhelo es el de aplastar a la clase baja venezolana, -al 70% de la población venezolana.
Venezuela vive el culebrón político de todos los días, degenerado por años de corrupción adeca y machacado por el nunca llamado socialismo chavista.

Y los que aman la libertad no son sino escuálidos oligarcas, neoliberales gallegos. Es sin duda alguna, el Show de Hugo, la vívida discordia, la venganza y el resentimiento concentrados en un ex militar que condena la guerra al terrorismo pero guarnece etarras dentro de sus fronteras; que aboga por la democracia cuando fue él quien intentó hacerse con el poder en un Golpe de Estado fallido. El elegido democráticamente, como Hitler en 1934, el apresado por dos años, como Hitler y por las mismas razones. ¿Hablamos de ironía? ¿No le gusta acaso a los discípulos de Naomi Klein condenar la sangre por el petróleo, la tiranía, la pobreza, la muerte y el hambre? Chávez es la prueba empírica de ello; es el padre de la miseria, el timócrata, el patriarca del despotismo político, el promulgador de la guerra censurada entre las masas de los cada día más hambrientos y pobres contra el Logos del salvajismo occidental.

7 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Se peuede decir más alto pero no más claro. Felicitaciones sinceras por tu estupendo blog!!!

2:40 PM  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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5:46 PM  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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3:10 PM  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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3:43 AM  
Blogger Unknown said...

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5:11 PM  
Anonymous Anonymous said...

Ya me di cuenta que eres un capitalista recatado, por algo vives el Miami no??

6:10 AM  
Anonymous Anonymous said...

Ya me di cuenta que eres un Capitalista recatado.
Por algo vivves en miami No???

6:11 AM  

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