____ ____ ____ ____ ____ Oliver Laufer: Fronteras de la socialdemocracia: Pensiones II

Thursday, February 09, 2006

Fronteras de la socialdemocracia: Pensiones II

Porqué el sistema privado de pensiones es mejor que el público.

La diferencia entre un sistema público de pensiones y uno privado radica en que el sistema público es financiado por todos los empleados que pagan sus tributos, mientras que el privado, además de ser personalizado, y por ello, es financiado por el mismo individuo que lo requiere. Es decir, una persona que genera suficientes ingresos como para no estar sujeta a una pensión cuando decida jubilarse, no tendría que pagar a lo largo de su vida una contribución obligatoria al Estado.

Las pensiones privadas son mejores que un sistema de Pay as you go porque además de no ser obligatorias, son personalizadas. El individuo que quiere recibir un plan de pensiones del Estado, tendrá que recibir lo que le asigne el Estado:

Es decir, un contribuyente que entregó por obligación al Gobierno 435 euros mensuales durante muchos años para figurar dentro de la Seguridad Social, podría recibir mensualmente muchísimo menos de lo que entregó a lo largo de su vida laboral, incluso anteponiendo privilegios a un sector sobre otro. Tomando como ejemplo a España, una persona que vive en la Comunidad Valenciana cobraría 300 euros de pensión, mientras que un asturiano podría cobrar 815 euros de pensión de vejez.

En un sistema privado de pensiones, el pensionista, además de decidir cuánto quiere aportar mensualmente a su plan, puede decidir también cuánto quiere recibir en el momento en que comience a utilizar dicha pensión. Además, el individuo decide durante cuanto tiempo va a ingresar dinero en su plan de pensiones (5 años, 10 años, 42 años) y finalmente decide cada cuanto tiempo puede ingresar su dinero en el plan.

Un sistema público erradica esa capacidad de decisiones. En un sistema público, el individuo está obligado a entregar cada mes una porción considerable de su sueldo mientras esté empleado, durante toda su vida laboral. La capacidad de generar ahorro se ve sustancialmente erradicada y el valor humano de realizar un trabajo se ve comprometido.

En un sistema público, la capacidad de ahorro está limitada. De la ganancia salarial no se resta únicamente el Impuesto de Pensión. Sino que, en suma, hay un sinfín de gravámenes que el trabajador tiene que financiar por obligación: educación, sanidad, desempleo, incluso artes, espectáculos, deportes, ciencias, seguridad, empresas gubernamentales, empresas no gubernamentales, y todo tipo de actividad que pueda ser subsidiada por el Estado, además del sueldo de todos los funcionarios estatales. Es por eso que el trabajador se ve inhabilitado para mejorar su nivel de vida.

Por ejemplo, si usted gana 2.700 euros mensuales y paga un 29% o un 31% de su sueldo en impuestos, se verá probablemente incapacitado de sostener la escolaridad privada de sus hijos, y tendrá que acudir a la educación pública. El individuo, ante un régimen de elevada política fiscal, pierde en gran medida su capacidad para la toma de decisiones. Y la política fiscal es elevada precisamente porque el Estado asume roles que, como demuestro, no le competen.

Pero centrándonos en la Seguridad Social, el favoritismo que comentaba anteriormente con respecto a las pensiones según su situación geográfica, no sólo se limita a las pensiones por vejez ni tampoco al lugar donde se esté.

En Chile, que es un país con un sistema privado de pensiones de jubilación, se anteponen privilegios por parte del Estado en pensiones como la recibida por viudez. Cualquier mujer cuyo cónyuge muera estando en servicio o cobrando pensión, podrá cobrar al Instituto de Normalización Provisional una pensión de viudez.
Pero si el viudo resulta ser un varón, únicamente podrá cobrar la pensión si es declarado clínicamente inválido, o si demuestra que dependía de los ingresos de la fallecida. En el primer caso el individuo probablemente ya estaría cobrando una pensión de invalidez a expensas del contribuyente. Y en el segundo caso, el pensionista no pagaba tributos puesto que no estaba en nómina laboral. ¡Pero de lo que menos tiene culpa es su de género sexual!

La presión demográfica, las transiciones demográficas y la política fiscal.

Un sistema privado de pensiones continuaría funcionando independientemente de cómo sean las transiciones demográficas de una zona o región, incluso podría colaborar en equilibrarlas.

Para financiar un sistema público de pensiones se necesitan trabajadores que paguen impuestos, cuando no hay trabajadores, una conocida fórmula socialista consiste en potenciar la natalidad. Las políticas marxistas del empleo dicen que para que exista una elevada mano de obra debe haber una elevada natalidad. No muy lejos, los socialdemócratas defienden la tesis de potenciar la natalidad en la actualidad para que en el futuro haya mano de obra que pague impuestos. Una de las principales consecuencias de de la escasa natalidad es que no hay suficiente capacidad de ahorro para mantener una familia de varios miembros.

En el franquismo se potenciaba la natalidad con subsidios estatales. La teoría socialdemócrata no se aleja de la franquista. Para potenciar la natalidad, o se bajan los impuestos o se le dan subvenciones a los padres, práctica que ya se lleva a cabo en algunos países europeos. Este gravamen de subvencionar a los recién nacidos, se reflejaría también en los impuestos. Aunque en parámetros culturales, dentro de las sociedades occidentales procrear ha perdido, en gran medida, su moda.

Por eso, la tesis socialdemócrata continuaría acentuando los problemas relacionados con el ahorro y, como no, con nuestra libertad de decidir.

Mientras que la privatización de las pensiones, en cambio, colaboraría en la disminución de impuestos. Con ello la RPC aumentaría y con la renta aumentaría nuestra capacidad de ahorrar, mejorando nuestro nivel de vida. Al poseer mayores ingresos derivados de la disminución de la contribución fiscal obligatoria, se podrían alterar las pirámides poblacionales de forma natural:

Teniendo mayores ingresos es más cómodo procrear y tener hijos con un futuro pleno asegurado. Cuando el Estado interviene diciendo cómo va a ser el futuro de todos, además de no lograr sus objetivos, empeora la situación.

Consecuencias de las privatizaciones.

El sistema de pensiones chileno conserva sus imperfectos, puesto que los FAP son obligatorios. Con el sistema público el contribuyente tenía que entregar obligatoriamente un 26% de su sueldo en Impuestos para financiar las pensiones. Actualmente, aunque en pensiones privadas, el Estado obliga realizar esta contribución del 11%. Como si fuera otro Impuesto más, aunque más barato. Sin embargo pudiendo el individuo elegir en que FAP participar.
Al contribuyente no se le puede obligar a participar en un sistema puesto que el Estado no puede regular las decisiones de la persona. Participar obligatoriamente en Fondos para la Administración de Pensiones de empresas privadas, es como si el Estado obligara al contribuyente a hacer el mercado todos los 30 de mes con un 10% de sus ganancias mensuales. Eso sí, con el peso de la obligatoriedad, puede elegir entre una empresa u otra.

A pesar de ello, las consecuencias de la privatización de las pensiones en Chile han sido tremendamente positivas: comenzando con el aumento la demanda en el país. Las empresas comenzaron a emitir sus acciones en un mercado muy pequeño, haciendo que el sistema abarque un 40% del PIB de la república sudamericana. El boom chileno comenzaría en la década de 1980 y no ha parado desde entonces. El crecimiento medio del PIB ha sido, desde la instauración del sistema, un 1,5% superior al de los anteriores 20 años.

La lenta erradicación del modelo anterior ya es un hecho. No se puede saltar directamente de un plan a otro ya que los pensionistas estatales no podrían generar ingresos en la actualidad. Pero los que comienzan hoy lo pueden hacer con la seguridad de los planes privados, dentro de un sistema de pilares múltiples.

Ha sido tan positivo que países como Perú, Colombia y Argentina se han pasado al sistema mixto para poder eliminar en el futuro las pensiones estatales. Desde hace veinte años Suiza exige a todos los trabajadores pertenecer a un sistema privado de pensiones. El Reino Unido da la oportunidad de elegir entre un sistema y el otro. Y finalmente Eslovaquia permite que sus trabajadores inviertan un 9% de sus ingresos mensuales en planes de pensión de carácter privado.

Un sistema privado nos permite que nuestro futuro sea nuestro, participando de modo voluntario, para asegurar un retiro pleno. Elevar la edad de jubilación sería innecesario, como también lo serían gran parte de las políticas fiscales si nos encontrásemos dentro de un sistema de pensiones independiente del Estado.

Esto es una continuación de mi artículo anterior: Fronteras de la socialdemocracia: Pensiones.

1 Comments:

Blogger Coase said...

Estupendos artículos. Aunque todos ellos compatibles con las ideas defendidos en mi post: http://sirajoyfueraliberal.blogcindario.com/2006/02/00231-en-defensa-del-estado-iii-pensiones.html

un saludo, coase.

6:21 PM  

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