1995: Clinton, Irak y el golpe de Estado.
Hace dos años se publicaban las memorias de un ex agente de la CIA de renombre, Robert Baer, quien había estado destinado en numerosos países de Oriente Medio. De hecho, no está de más decirlo, fue uno de los involucrados en los robos de fondos para la campaña de Bill Clinton.
De él trata esta anotación, en parte. En 1995 EE.UU. tuvo la oportunidad de derrocar a Saddam Husseín sin necesidad de una guerra, y el gobierno demócrata canceló la operación porque era muy difícil lograrla con éxito. Aunque, según Baer, habría sido posible. Asimismo, demuestra que los norteamericanos no estuvieron de brazos cruzados en la última década ante el dictador genocida.
Para Baer, la Tormenta del Desierto fue un compromiso limitado con las fuerzas de la coalición, en la que no se pretendía derrocar a Saddam sino expulsarlo de Kuwait y castigarlo severamente. Bush padre impuso una normativa antiaérea que logró que el pueblo kurdo recuperara Kurdistán.
En parte, vuelca la teoría actual de la sangre por el petróleo que utilizan las masas para referirse a la liberación del país, y de la misma manera que se intentó asesinar a Castro en varias oportunidades, incluso envenenando su comida, hubo intentos de acabar con el líder iraquí previos a 2003 y posteriores a 1991. Resumiré.
Teoría de la conspiración.
Hay una leyenda que dice que EE.UU. mantenía secretamente a Husseín en el poder, de hecho, decían que Saddam Husseín era agente secreto de la CIA. En Irak había un dogma, posiblemente aún exista y estoy completamente convencido de que se ha extendido a Occidente, que afirmaba que el mundo está guiado por la conspiración y –según Baer en el momento de criticar esta postura- fuerzas oscuras e invisibles. Que todo está reducido a complots de una trama global, conocida por algunos pocos, encabezada por los estadounidenses.
Una de las teorías dice que Saddam Husseín y Estados Unidos habían pactado en secreto para que Irak invadiera Irán en 1980. Luego, otra teoría más complicada y utópica decía que EE.UU. pactó con Kuwait para que Irak cayera en la trampa de invadir este país y así luego los aliados podrían venir al rescate. La más utilizada hoy en día es la que dice que fueron los estadounidenses, y no los franceses ni los soviéticos, quienes vendieron armamento a Irak.
Eso explicaba -y explica todavía para muchos- por qué no se derrocó a Husseín en 1991 y por qué se le permitió que continuara vendiendo petróleo a través de países aliados de los Estados Unidos. Además, da respuesta de por qué, en el atentado de 1993 contra Bush padre, Clinton simplemente disparó unos misiles contra Husseín y no le declaró la guerra.
Golpe de Estado.
El 21 de enero de 1995 en Salah al-Din, Baer se reunió con un general del ejército Iraquí. En principio el fin de esa reunión era averiguar donde estaban escondidas las armas químicas y bacteriológicas que Husseín aún poseía y había ocultado tras la guerra del Golfo, así como algunos misiles Scud que terminaron siendo destruidos pocas semanas antes de la intervención de 2003.
La conversación dio un giro brusco. El general no estaba ahí para hablar de las armas del régimen genocida, sino para pedir apoyo en una operación militar que sería llevada a cabo por el mismo ejército iraquí y que derrocaría a Husseín.
Para lograrlo era necesario que EE.UU. diese el visto bueno al golpe y después concediese un reconocimiento diplomático inmediato al gobierno golpista. De no ocurrir esto, podría estallar una lucha por el poder y consecuentemente, una guerra civil.
Ese mismo día, el general se reuniría con miembros del estado mayor turco en Ankara para hablarles del golpe de Estado. Y Baer debía ponerse en contacto con Washington para discutir el plan.
La CIA logró averiguar que el general era el primero desde la guerra del Golfo que desertaba, que pertenecía a una familia prominente del alto Eúfrates, y que además era un sunnita de la misma secta que Saddam, la que lo mantenía en el poder.
El golpe iba a constar de tres unidades de combate: la 76ª Brigada, la 15ª División de Infantería y la 5ª División Mecanizada. Que según el general tenían suficiente capacidad bélica como para rechazar los ataques de cualquier unidad leal a Saddam, incluso a la Guardia Republicana de élite. Pero no estaban preparadas para combatir a las fuerzas combinadas de la Guardia Republicana. Así que el operativo debía llevarse a cabo antes de que todas éstas reaccionasen. Sería una auténtica guerra relámpago. Además, había una cuarta unidad secreta perteneciente a una compañía de carros de combate de la escuela de Salah al-Din, desde la que se dirigiría el golpe de Estado.
Arrinconarían a Saddam en Awjah, una aldea al norte de Tikrit donde el dictador genocida mantenía su guarida. Realizarían una operación de distracción lejos de ahí, en Bagdad, para que Saddam llegara a su guarida antes de que el coronel de la cuarta división golpista pusiera sus tanques en marcha.
Un espía dentro del núcleo de seguridad del dictador informaría a los conspiradores cuando Saddam saliera hacia Awjah. Nadie podía decir nada. A los conspiradores se les prohibió incluso hablar con sus familiares sobre el tema y Awjah no debía parecer un lugar hostil a Saddam o si no el golpe no funcionaría, por eso la cuarta división se mantuvo secreta para todos, exceptuando a los cabecillas del golpe.
El general dio a la CIA los nombres de los cuatro jefes y los nombramientos de las unidades. Dibujo árboles genealógicos para demostrar el parentesco entre muchos de ellos (casi todos eran primos hermanos). También dio los nombres de quienes formarían el gobierno de transición, incluso tres de ellos no tenían ni idea de que formarían parte del mismo.
Baer, como era de esperar, pasó toda esa información a las oficinas centrales de la CIA. Algunas semanas después se continuaba estudiando y no habían recibido respuesta alguna; los kurdos estaban apunto de dañar el plan. El general, desesperado, pidió a Baer que si por fin aceptaban el golpe hicieran volar un avión por Bagdad como señal. Se dio una fecha, pero posiblemente toda la información se había filtrado ya.
El 3 de marzo recibieron un mensaje de la Casa Blanca, enviado por el consejero de Seguridad de Bill Clinton, Tony Lake, que debía ser entregado esa noche a los líderes golpistas del norte de Irak:
La operación que han planeado llevar a cabo este fin de semana se ve absolutamente comprometida. Creemos que existe grave riesgo de fracaso. La decisión de ejecutarla queda completamente en sus manos.
De él trata esta anotación, en parte. En 1995 EE.UU. tuvo la oportunidad de derrocar a Saddam Husseín sin necesidad de una guerra, y el gobierno demócrata canceló la operación porque era muy difícil lograrla con éxito. Aunque, según Baer, habría sido posible. Asimismo, demuestra que los norteamericanos no estuvieron de brazos cruzados en la última década ante el dictador genocida.
Para Baer, la Tormenta del Desierto fue un compromiso limitado con las fuerzas de la coalición, en la que no se pretendía derrocar a Saddam sino expulsarlo de Kuwait y castigarlo severamente. Bush padre impuso una normativa antiaérea que logró que el pueblo kurdo recuperara Kurdistán.
En parte, vuelca la teoría actual de la sangre por el petróleo que utilizan las masas para referirse a la liberación del país, y de la misma manera que se intentó asesinar a Castro en varias oportunidades, incluso envenenando su comida, hubo intentos de acabar con el líder iraquí previos a 2003 y posteriores a 1991. Resumiré.
Teoría de la conspiración.
Hay una leyenda que dice que EE.UU. mantenía secretamente a Husseín en el poder, de hecho, decían que Saddam Husseín era agente secreto de la CIA. En Irak había un dogma, posiblemente aún exista y estoy completamente convencido de que se ha extendido a Occidente, que afirmaba que el mundo está guiado por la conspiración y –según Baer en el momento de criticar esta postura- fuerzas oscuras e invisibles. Que todo está reducido a complots de una trama global, conocida por algunos pocos, encabezada por los estadounidenses.
Una de las teorías dice que Saddam Husseín y Estados Unidos habían pactado en secreto para que Irak invadiera Irán en 1980. Luego, otra teoría más complicada y utópica decía que EE.UU. pactó con Kuwait para que Irak cayera en la trampa de invadir este país y así luego los aliados podrían venir al rescate. La más utilizada hoy en día es la que dice que fueron los estadounidenses, y no los franceses ni los soviéticos, quienes vendieron armamento a Irak.
Eso explicaba -y explica todavía para muchos- por qué no se derrocó a Husseín en 1991 y por qué se le permitió que continuara vendiendo petróleo a través de países aliados de los Estados Unidos. Además, da respuesta de por qué, en el atentado de 1993 contra Bush padre, Clinton simplemente disparó unos misiles contra Husseín y no le declaró la guerra.
Golpe de Estado.
El 21 de enero de 1995 en Salah al-Din, Baer se reunió con un general del ejército Iraquí. En principio el fin de esa reunión era averiguar donde estaban escondidas las armas químicas y bacteriológicas que Husseín aún poseía y había ocultado tras la guerra del Golfo, así como algunos misiles Scud que terminaron siendo destruidos pocas semanas antes de la intervención de 2003.
La conversación dio un giro brusco. El general no estaba ahí para hablar de las armas del régimen genocida, sino para pedir apoyo en una operación militar que sería llevada a cabo por el mismo ejército iraquí y que derrocaría a Husseín.
Para lograrlo era necesario que EE.UU. diese el visto bueno al golpe y después concediese un reconocimiento diplomático inmediato al gobierno golpista. De no ocurrir esto, podría estallar una lucha por el poder y consecuentemente, una guerra civil.
Ese mismo día, el general se reuniría con miembros del estado mayor turco en Ankara para hablarles del golpe de Estado. Y Baer debía ponerse en contacto con Washington para discutir el plan.
La CIA logró averiguar que el general era el primero desde la guerra del Golfo que desertaba, que pertenecía a una familia prominente del alto Eúfrates, y que además era un sunnita de la misma secta que Saddam, la que lo mantenía en el poder.
El golpe iba a constar de tres unidades de combate: la 76ª Brigada, la 15ª División de Infantería y la 5ª División Mecanizada. Que según el general tenían suficiente capacidad bélica como para rechazar los ataques de cualquier unidad leal a Saddam, incluso a la Guardia Republicana de élite. Pero no estaban preparadas para combatir a las fuerzas combinadas de la Guardia Republicana. Así que el operativo debía llevarse a cabo antes de que todas éstas reaccionasen. Sería una auténtica guerra relámpago. Además, había una cuarta unidad secreta perteneciente a una compañía de carros de combate de la escuela de Salah al-Din, desde la que se dirigiría el golpe de Estado.
Arrinconarían a Saddam en Awjah, una aldea al norte de Tikrit donde el dictador genocida mantenía su guarida. Realizarían una operación de distracción lejos de ahí, en Bagdad, para que Saddam llegara a su guarida antes de que el coronel de la cuarta división golpista pusiera sus tanques en marcha.
Un espía dentro del núcleo de seguridad del dictador informaría a los conspiradores cuando Saddam saliera hacia Awjah. Nadie podía decir nada. A los conspiradores se les prohibió incluso hablar con sus familiares sobre el tema y Awjah no debía parecer un lugar hostil a Saddam o si no el golpe no funcionaría, por eso la cuarta división se mantuvo secreta para todos, exceptuando a los cabecillas del golpe.
El general dio a la CIA los nombres de los cuatro jefes y los nombramientos de las unidades. Dibujo árboles genealógicos para demostrar el parentesco entre muchos de ellos (casi todos eran primos hermanos). También dio los nombres de quienes formarían el gobierno de transición, incluso tres de ellos no tenían ni idea de que formarían parte del mismo.
Baer, como era de esperar, pasó toda esa información a las oficinas centrales de la CIA. Algunas semanas después se continuaba estudiando y no habían recibido respuesta alguna; los kurdos estaban apunto de dañar el plan. El general, desesperado, pidió a Baer que si por fin aceptaban el golpe hicieran volar un avión por Bagdad como señal. Se dio una fecha, pero posiblemente toda la información se había filtrado ya.
El 3 de marzo recibieron un mensaje de la Casa Blanca, enviado por el consejero de Seguridad de Bill Clinton, Tony Lake, que debía ser entregado esa noche a los líderes golpistas del norte de Irak:
La operación que han planeado llevar a cabo este fin de semana se ve absolutamente comprometida. Creemos que existe grave riesgo de fracaso. La decisión de ejecutarla queda completamente en sus manos.
1 Comments:
Gracias! siempre te leo, con tu blog me parto a veces por un buen rato. Cualquier cosa que necesites (ayuda, información, fotos, lo que sea) me avisas.
UN SALUDO!
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